Sean Penn y Ryan Gosling entran de lleno en las quinielas
Una vieja estrella del rock interpretada por Sean Penn en «This must be the place», de Paolo Sorrentino, y un caballero andante y ladrón encarnado por Ryan Gosling en «Drive», de Nicolas Winding Refn, se colaron ayer en las quinielas para la Palma de Oro a la mejor interpretación, en una jornada en la que Cannes se relajó un tanto después del «huracán Lars von Trier».
Javier ALONSO - EFE | CANNES
Dos filmes en competición dieron paso a sendas y grandes interpretaciones de dos actores que piden paso en la fila para ganarse el reconocimiento en el Festival de Cannes: Sean Penn y Ryan Gosling. Se trata de «This must be the place» y «Drive», dos ejemplos diferentes de trabajo interpretativo de altura justo antes del fin de semana en que acaba este evento cinematográfico en el que compiten por la Palma de Oro un total de veinte cintas.
La del italiano Paolo Sorrentino («This must be the place»), la cuarta que trae a Cannes a competir, rodada entre Irlanda y Estados Unidos, proporciona a Penn la oportunidad de meterse en la piel y bajo el maquillaje de una antigua estrella del rock, Cheyenne, cincuentón gótico de aspecto inspirado en el líder de The Cure, Robert Smith.
«Creo que el rock and roll tiene un lugar muy importante, porque se contrapone a lo que creo que se ha convertido en `la enfermedad' de la clase bien», dijo Sean Penn en la conferencia de prensa posterior a la proyección de este filme que aborda la cuestión de la venganza por la humillación, pero desvinculada de la violencia.
El personaje de Penn -que se vive arrastrando las consecuencias de todo lo que se fumó como estrella del rock- con una vida sin música y lujo vacuo, regresa a los Estados Unidos, y al pasado humillante de su padre que acaba de morir y al que hacía 30 años que no hablaba.
La película aborda el genocidio nazi y la búsqueda de sus máximos responsables, en una diferente versión de los acostumbrados cazanazis del tipo Simon Wiesenthal, esta vez con maquillaje gótico.
Penn tiene con esta película otro billete para el premio de interpretación, aunque el que interpreta en la cinta de Terrence Malick, «The tree of life», tiene una duración más limitada y las críticas, menos elogiosas.
La otra cinta que aterrizó en Cannes fue la del danés Nicolas Winding Refn e interpretada por Gosling, que encarna a driver (conductor) un caballero andante de las noches de Los Ángeles.
Refn narró de manera muy divertida cómo convenció a Gosling para interpretar el papel, en algo que el director denominó «casi una cita a ciegas» que empezaba a ir mal cuando de repente lograron lo que, gráficamente explicó como un «orgasmo mental» entre director y actor. Y la idea era que el personaje de driver, que destroza automóviles cuando trabaja de especialista en el cine, los arregla durante el día en un taller mecánico y colabora en asaltos como conductor-taxista de delincuentes, destacara por casi no abrir la boca.
El gran premio de la Semana de la Crítica se concedió el pasado jueves a «Take shelter», la segunda película del estadounidense Jeff Nichols, que se interesa por los tormentos que sufre un hombre desestabilizado por su obsesión por las tormentas. Este premio, dotado con 8.000 euros, ha sido decidido por primera vez por un jurado con motivo de la celebración del cincuenta aniversario de la Semana, una sección paralela del festival que se interesa sólo por las óperas primas o segundas películas de cada director. Hasta ahora, eran los propios críticos quienes elegían a la ganadora entre las siete películas a competición.
Curtis LaForche vive en una pequeña ciudad en Ohio con su esposa Samantha y con su hija Hanna, una muchacha sorda de seis años. Cuando Curtis comienza a tener sueños aterradores, se los guarda para sí mismo canalizando su ansiedad con la obsesión por construir un refugio contra las tormentas. Su comportamiento inexplicable confunde aquellos que se encuentran más cercanos a él. Usando un tono y una atmósfera de efecto paralizante, Nichols ha construido una película de suspense sicológico que en realidad sólo es un cuento inquietante. GARA
El director danés Lars von Trier, excluido del Festival de Cannes, pero no expulsado de la competición, donde participa con su filme «Melancholia», reconoció ayer, sobre sus palabras de simpatía por Hitler, que fue «un estúpido».
«Soy el primero en lamentar que haya gente que se haya sentido herida. Y fui un estúpido», declaró el director a seis periodistas, entre ellos uno de Efe, a varios kilómetros de Cannes. «Ahora sé lo que he hecho», agregó cuando fue preguntado por la declaración de «persona non grata» hecha por el Consejo de Dirección del Festival contra él.
«Estaba intentado distraer a la gente lo mejor que podía y de repente me estaba yendo hacia un sitio hacia el que, ay... Es como cuando uno entra demasiado rápido en una curva y... fue casi imposible salir de ahí», afirmó Von Trier.
«Hay un poco de nazi en cada uno de nosotros, sin duda. Y está ahí, bajo la superficie y hay que ser consciente de ello. Y también está el pequeño ser humano (que puede haber) dentro de Hitler», dijo en relación a la materia que le ha puesto fuera de Cannes.
Trier dejó claro que de ahora en adelante se pensará mucho si asiste a conferencias de prensa con muchos periodistas y dijo: «me alejaré de ellas porque es una situación estúpida. Me hace daño a mí, a mi compañía, a la película». Lo que no le impidió seguir hablando en tono irónico. «Se supone que no puedo acercarme a menos de cien metros del Palacio de Festivales. Así que estábamos aquí bromeando sobre si vuelvo por allí y tengo que sacar unas banderas de señales para decir algo así como `¿eh, me han dado la Palma?'. Me gustaría saber qué pasaría si me acerco a menos de cien metros. En principio, lo de `persona non grata' es algo de lo que estoy muy orgulloso», añadió. J. A.