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Una nueva venganza talibán se salda con decenas de muertos en Pakistán

Los talibanes prometieron vengar la muerte del líder de Al-Qaeda, Osama bin Laden, y desde hace un mes golpean a las fuerzas de seguridad de Pakistán. Ayer un ataque contra un puesto de control de la Policía y los posteriores combates dejaron un saldo de más de setenta muertos.

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Al menos 28 policías y soldados, seis civiles y 45 insurgentes murieron la noche del miércoles al jueves después de que un grupo de milicianos fuertemente armado irrumpiera desde territorio afgano en Pakistán y atacara un puesto de control de la Policía en el distrito de Alto Dir, cercano a la frontera y bastión de los talibanes paquistaníes aliados de Al-Qaeda, informaron fuentes oficiales.

Alrededor de doscientos combatientes -quinientos, según una fuente consultada por AFP- atravesaron la frontera desde sus santuarios en Kunar (provincia afgana limítrofe) y atacaron el puesto de control paquistaní en la aldea de Shaltalo, en el valle de Barawal, donde en un primer momento mataron a un policía. El puesto atacado se encuentra a seis kilómetros frontera con Kunar, donde los talibanes afganos son más activos.

Con posterioridad se desencadenaron fuertes enfrentamientos entre insurgentes y fuerzas de seguridad, que se saldaron con más de sesenta fallecidos. El Ejército envió tropas a la región para apoyar a la Policía y al otro cuerpo de seguridad, los «Levies», encargados de la vigilancia del puesto de control.

Ayer por la tarde continuaban los combates esporádicos.

Según AFP, los seis civiles, entre los que figuraban dos mujeres y dos niños, murieron cuando en sus viviendas impactaron obuses de mortero lanzados por los talibanes.

Ataques transfronterizos

Las autoridades de Pakistán y Afganistán, que comparten una porosa frontera con fuerte presencia de redes yihadistas y de grupos talibanes, acostumbran a acusar a activistas islámicos refugiados en el país vecino de lanzar ataques transfronterizos.

En esas zonas montañosas, los cuerpos de seguridad de Pakistán, integrados por la población tribal, como es el caso del contingente atacado ayer por los talibanes, están peor equipados que el Ejército. En la provincia noroccidental de Khyber-Pakhtunkhwa, a la que pertenece el área atacada, y en las adyacentes zonas tribales, las tropas regulares suelen desplegarse en número importante sólo para grandes ofensivas antitalibanes.

Las áreas tribales del noroeste paquistaní son el bastión de los talibanes del país, responsables de una ola de atentados por todo el país, y también el principal santuario de Al-Qaeda y la base de retaguardia de los talibanes afganos, a los que intentan combatir 130.000 soldados de EEUU y sus aliados desplegados en el país centroasiático.

Un mes de ataques

Este nuevo ataque se enmarca en la espiral de violencia que se registra en Pakistán desde la muerte de Osama bin Laden a manos de un comando de élite de EEUU hace ayer un mes en la ciudad norteña paquistaní de Abbottabad. Tras la muerte del líder de Al-Qaeda se han producido varios ataques contra las fuerzas de orden paquistaníes.

Según el diario paquistaní «The News», citado por Efe, el inspector general de la Policía de Khyber-Pakhtunkhwa, la provincia más afectada, las fuerzas de seguridad han abortado 317 ataques en el último mes, pero no han podido evitar otros 141.

El movimiento talibán paquistaní (TTP) prometió vengar la muerte de Bin Laden.

Desde aquella operación, EEUU presiona al Gobierno paquistaní y al onmipotente Ejército para que lancen una ofensiva en el distrito tribal de Waziristán Norte, principal bastión de los talibanes, Al-Qaeda y la red Haqqani, bestia negra de los soldados estadounidenses. Los medios de comunicación paquistaníes son un hervidero de rumores en este sentido, peero los interpelados han respondido que lo harán cuando ellos decidan y si lo consideran de «interés nacional».

Activistas y minorías religiosas toman la calle para «defender la verdad» y decir «no» a la impunidad

Periodistas, activistas de derechos humanos, organizaciones civiles y comunidades religiosas comprometidas con la defensa de la democracia y de la legalidad salieron el miércoles a las calles para manifestarse frente a las asociaciones de prensa en Islamabad, Lahore y Karachi, las principales ciudades de Pakistán, para protestar contra la impunidad y defender «el derecho a decir la verdad», tras la muerte del periodista paquistaní Syed Saleem Shazad. Reportero de Asia Times Online que denunciaba los lazos entre el Ejército, los servicios secretos (ISI) y la red Al-Qaeda o los grupos talibanes, Shazad fue secuestrado el domingo y ejecutado dos días después, informó la Agencia Fides. Los participantes en las protestas denunciaron que la «impunidad» que rodea las ejecuciones extrajudiciales es una «enfermedad grave» en Pakistán. GARA

«peligroso»

El jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, Michael Mullen, ha afirmado que Pakistán necesita tiempo para resolver sus propios problemas y que el abandono de Islamabad podría ser «peligroso» para EEUU.

presión

Desde que Washington inició su «guerra contra el terror» a finales de 2001, el Ejército de Pakistán ha perdido miles de efectivos combatiendo a los talibanes y a Al-Qaeda en las zonas tribales, pero EEUU, su principal fuente de financiación, ejerce una presión constante para que haga más.

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