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La crítica especializada condena a Wes Craven y sus «Almas condenadas»

Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

El estreno de «Scream 4» sirvió en el exterior para que Wes Craven se recuperase del fracaso previo de «My Soul to Take», pero como aquí esta película maldita se ha distribuido después, con el título de «Almas condenadas», la sensación es de total abatimiento. Es importante, por tanto, tener muy presente la fecha de producción. No tendría sentido que el maestro del slasher hiciera una revisitación del género en serio, justo después de haberlo parodiado de forma definitiva.

«Almas condenadas» es un intento fallido de generar otra mitología en torno a un asesino de adolescentes, pues no en vano Wes Craven es el creador de Freddy Krueger y Ghostface. Esta vez se saca de la manga la figura del Destripador de Riverton, una pequeña localidad de Massachusetts. El pueblo, que antes era conocido por la pesca fluvial, dieciseís años atrás saltó a las noticias de sucesos por los crímenes que cometío un tal Abel Plankov. Alrededor de este maníaco aquejado de personalidad múltiple se ha desarrollado toda una leyenda local. Se dice que, antes de morir (si es que realmente murió), juró vengarse de los nacidos ese fatal día de la matanza. Los siete chicos y chicas que cumplen 16 en el tiempo presente se temen lo peor, hasta el punto de que la sicosis de grupo da lugar a nuevos asesinatos. La duda argumental a resolver es el origen de las muertes, porque o es alguno de los siete estudiantes del instituo, o de lo contrario habrá que pensar que el Destripador continua activo. En este último caso podría ser que es inmortal o que se ha reencarnado en su hijo o en algún otro de sus colegas.

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