No contenta con tener al mejor equipo femenino de los últimos tiempos, Nafarroa también copa la participación del balonmano masculino vasco en la élite estatal. Después de tres décadas -el último enfrentamiento con carácter oficial entre San Antonio y Anaitasuna fue en 1980-, volverá a haber derbi navarro en la máxima categoría, con su consiguiente grado de rivalidad, una situación que parecía impensable hace apenas un año cuando incluso se especulaba con la posibilidad de emprender una fusión entre ambos clubes.

Que ambos conjuntos estén al más alto nivel de esta modalidad deportiva se podría considerar una buena noticia, de no ser porque el inesperado ascenso de los blanquiverdes ha sido consecuencia de la decisión de Asobal de negar la continuidad del Arrate, entidad que finalmente no ha podido superar sus graves problemas económicos, motivo por el que le ha resultado imposible aportar las garantías que la asociación le exigía.

Anaitasuna, beneficiado

La principal consecuencia de la decisión ha favorecido a Anaitasuna, que ha visto recompensada de manera indirecta su política de austeridad -que seguirá manteniendo, pese a subir de peldaño- con un ascenso de categoría por el que venía peleando desde hace ya varias campañas, y que ha proporcionado al club una importante dosis de satisfacción que contraponer a la mala suerte y decepciones de los recientes play-offs.

El equipo que entrena Aitor Etxaburu es la novedad de última hora del selecto grupo de elegidos, un hándicap para una plantilla diseñada para ser puntera en Primera B, pero no tanto como para competir en la Liga Asobal. «Tenemos la desventaja, respecto a otros rivales con los que vamos a pelear por mantener la categoría, de que no conocemos las pistas, los arbitrajes o la manera de jugar de los rivales, además de que nos hemos visto obligados a modificar deprisa y corriendo nuestro plan de entrenamientos y pretemporada», reconoce el técnico.

Para contrarrestar esas deficiencias aportan mucha ilusión y esfuerzo a raudales. Trabajo que volverá a centrarse en construir una buena defensa y salir rápido a la contra, «por lo que apostamos el 90% de los entrenadores, sobre todo si no tienes unos muy buenos lanzadores. Intentaremos dominar varios sistemas defensivos y acomodarlos a las características de nuestros jugadores», indica.

Entre ellos, unas cuantas caras nuevas, aunque Anaitasuna siga apoyándose en el bloque de la temporada anterior. El refuerzo en el central con la llegada de Pierre Ragout ha sido la única incorporación obligada por el ascenso de categoría. «Al estar en Asobal necesitamos ya a dos directores de juego contrastados, no podemos dejar esa responsabilidad a los juniors, sería un poco drástico para su formación», asegura Etxaburu.

Además del francés, las otras novedades se centran en el portero argentino Matías Schulz, Mikel Redondo y Javier Borragán -todos ellos ya protagonizaron una etapa anterior en Anaitasuna-, amén del central Rubén Montávez, Paco López y el lituano Rolandas Bernatonis, procedente del Bidasoa.

San Antonio, el más bisoño

También se ha visto obligado a emprender una renovación en su plantilla el San Antonio. Ser el equipo revelación de la pasada temporada también tiene sus costes, y alguno de sus rivales echó este verano las redes en el vestuario albiazul. Para suplir la salida de hombres como Arkaitz Vargas, Javier Humet, Santi Urdiales, Eloy González o el mencionado Javier Borragán, el club antoniano ha decidido seguir apostando por jugadores con proyección, hasta el punto de que la media de edad del grupo es de 23 años, la más joven de la Liga Asobal.

«Tenemos dos laterales derechos nuevos -Iso Sluijters y Luisfe Jiménez-, así como los que ocuparán la posición central de la defensa -Durkovic y Peciña-, por lo que el trabajo se ha centrado en acomodarlos al juego del equipo», señala su técnico, un Juanto Apezetxea satisfecho por «haber acertado» en los fichajes y esperanzado en tratar de repetir la trayectoria ganadora del año pasado.

No será tarea fácil, pues el equipo ya no cuenta con el factor sorpresa, tal y como se demostró en la segunda vuelta de la anterior campaña. «Con un plantel tan joven va a ser muy importante la dinámica de resultados y que crean en sus potencialidades. No jugar competición europea también nos ayudará a preparar mejor los partidos, ya que al final nos acabó pasando factura», admite.

Julen López y David Jiménez, recambios de Agirrezabalaga y Crowley en ambos extremos, completan un cuadro de novedades de un grupo «con un nivel similar» al de la edición pasada. Certificar la permanencia «cuanto antes», e intentar meterse entre los ocho primeros para disputar el torneo copero, son las metas a conseguir.

Resurgir colchonero

El cambio de nombre y de sede del hasta hace poco Balonmano Ciudad Real, que pasa a ser Atlético de Madrid -los colchoneros vuelven a tener 17 años después sección de balonmano en la élite-, es la novedad más importante de una Liga Asobal que volverá a estar marcada por el duelo entre el equipo de Dujshebaev y el Barcelona, toda vez que para el resto es una utopía pensar en la lucha por el título.

Los rojiblancos, reforzados con la llegada del danés Nikolaj Markussen y el pivote Edu Fernández, ya dieron su primer aviso al ganar la Supercopa a los culés, quienes han incorporado a Viran Morros y Mikel Agirrezabalaga a sus filas.

En un segundo grupo, el mejorado Ademar León -se ha hecho con los servicios de los ex Granollers Antonio García y Álvaro Ferrer- y el Valladolid pelearán por entrar en la revalorizada Copa Asobal -la jugarán los cuatro mejores de la primera vuelta-, cuyo ganador disputará la Champions. Entre los novatos, destaca la vuelta del clásico Academia Octavio de Vigo y el debut, apenas 15 años después de su constitución como club, del Balonmano Huesca.