Donostia es nuestra capital del cine porque tiene un festival de categoría «A», y eso no lo discute nadie. Ahora bien, siempre habían existido dudas sobre si durante el resto del año la ciudad seguía siendo un destino obligado para el cinéfilo, sobre todo ante la dificultad para estrenar en sus salas comerciales las contadas copias que se distribuyen de las películas en versión original subtitulada.

Quien más, quien menos, tiene asumido que ha de desplazarse para poder disfrutar de tales estrenos minoritarios. Durante el tiempo que el Trueba donostiarra ha estado en obras, a mí me ha tocado hacer más kilómetros de lo habitual, pues la única opción de que disponía eran los Multicines de Bilbo. Afortunadamente, la reforma de las dos salas Trueba ya ha terminado, gracias a lo cual Donostia tiene asegurado el buen cine todo el año.

La prueba está en que los renovados cines se inauguran con la obra maestra de Takashi Miike «13 asesinos», que tuve que ver en Internet para poderla comentar a tiempo. Al igual que me sucedió con «L'illusioniste», que ya está anunciada para que los donostiarras puedan catar la mejor película de animación europea, inspirada en un guión inédito de Tati.

Pero es que además las dos salas digitales permitirán asistir a retransmisiones de ópera y teatro en directo, junto con ciclos retrospectivos, empezando por el dedicado al Roman Polanski de los inicios. Dispondrán asimismo de zona de lectura con libros y revistas de cine, en un espacio que nace con vocación de lugar de encuentro entre los aficionados locales que sueñan con que setiembre no se acabe.