«L'autre monde» es una interesante experiencia que combina imagen real y animación, no mezcladas como en Hollywood, sino a niveles paralelos. De esta forma introduce al espectador en el universo de los juegos on line tipo «Second Life». Dicha inmersión en la realidad virtual va acompañada de un tratamiento argumental que se esfuerza en comprender ciertas tendencias sociales compartidas por los jóvenes en la red, como la de los grupos que se conectan para organizar suicidios y grabarlos.

El guión que ha escrito Gilles Marchand para su segundo largometraje, en colaboración con Dominik Moll, utiliza un tipo de suspense similar al que ambos desarrollaron en «Harry, un amigo que os quiere» y «Lemming», pero sólo como punto de partida. Son historias sobre vidas aparentemente normales que de repente se ven amenazadas y alteradas por una causa externa, por lo que se suele dar una perversión o violentación de la realidad.

Dicho esquema es llevado más allá de lo habitual, al ser contrapuesto con una dimensión paralela. En efecto, el joven protagonista es un chico normal que disfruta de las vacaciones de verano junto a su novia, hasta que en uno de sus baños playeros sucede algo que lo cambia todo. Cuando juguetea en las cabinas con su chica encuentra en el suelo un teléfono móvil, el cual le pondrá en contacto con una misteriosa rubia, una especie de versión actualizada de la Kim Novak de «Vértigo». La seguirá en un recorrido errático en clave de David Lynch, al que ya homenajeó Gilles Marchand en su ópera prima.

El peligro representado por la extraña se plasma en sus intentonas suicidas, compartidas a través del juego en línea denominado «Black Hole», donde ambos toman personalidades ficticias, bajo los nicks de Sam y Gordon. El universo artificial en cuestión está construido sobre ambientes kafkianos y una arquitectura muy de «Metrópolis».