pacto UPN-PP
Hambre para mañana
Ramón SOLA
Pan para hoy y hambre para mañana. Eso es el acuerdo electoral UPN-PP según Miguel Sanz, que ciertamente puede estar algo enfadado, pero seguro que no tira piedras contra su tejado porque sí.
Sabe por qué lo dice. No en vano fue el promotor del pacto UPN-PSN del verano de 2007, destinado a preservar intocable el estatus de Nafarroa a largo plazo, incluso frente a una alternativa light como la del preacuerdo PSN-NaBai-IUN.
La historia de los gobiernos de Sanz, sobre todo desde el rubicón abertzale que supuso el Acuerdo de Lizarra, ha consistido básicamente en eso, en ir poniendo blindajes al marco y candados a la voluntad popular: el insólito acuerdo parlamentario de 2005 que decretaba que los abertzales nunca debían gobernar, la manifestación del ``Navarra no es negociable'' de 2007, las continuas apelaciones a suprimir la Transitoria Cuarta de la Constitución, la inexistencia de relaciones con Lakua, los ataques incesantes al euskara, el veto a la ikurriña, el apagón de ETB, la exclusión de los sindicatos abertzales...
Después de casi una década construyendo empalizadas menores, Sanz buscó un muro más alto y, sobre todo, más duradero. Propuso un acuerdo estable a un PSOE en horas bajas, necesitado de apoyos parlamentarios en Madrid y de oxígeno institucional en Iruñea, y se encontró con que la respuesta era positiva. No se trataba de ninguna novedad estricta, porque los acuerdos entre la derecha españolista y el PSN son una constante desde los tiempos de Aizpún y Urralburu, pero sí que por primera vez quedaban oficializados con abrazos como el del actual gobierno de coalición. Caretas fuera.
Pero este intento de blindaje permanente termina siendo como una manta. Sanz tiró hacia arriba rompiendo con el PP, convencido de que así tenía calientes hasta las orejas... y entonces Barcina se ha encontrado con frío en los pies de cara al 20-N. Así que vuelta a ajustar las prendas de la cama, siempre parche sobre parche.
Sanz conoce todo esto y por eso dice que el acuerdo de ayer es pan para hoy y hambre para mañana. De momento, la carambola a tres bandas ha tenido el efecto de desacreditarles a todos: UPN aparece como un partido veleta; el PP ha sido usado como quita y pon; y el PSN, más todavía. Y los tres partidos demuestran que el llamado «búnker foral» es en realidad un gigante con pies de barro, poderoso electoralmente pero débil políticamente.
Nada de esto debería hacer confiarse a los abertzales. Su unidad e iniciativa ya ha contribuido a desenmascarar a UPN, PP y PSN, y ahora es hora de seguir demostrando que tienen más hambre para avanzar.