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Amparo LASHERAS Periodista

Que nadie se lo consienta

Cuando un pueblo lleva a sus espaldas muchos años de lucha, de firmeza en los principios que la mantienen, el desencanto apenas ocupa un lugar reducido, imperceptible, que únicamente se siente en instantes de adversidad y de adioses, en momentos que apenas se detienen y nunca se quedan definitivamente en el pensamiento. La lucha organizada de un pueblo si algo tiene claro es el horizonte y, además, de ideas, táctica y estrategia, desarrolla la esperanza y la ilusión política de llegar al objetivo y ganar. Tal vez por ello, la derrota del porqué y de quienes luchan se convierte para los contrarios en una obsesión represiva, en un oscuro camino hacia ninguna parte. El fallo judicial que condena a los cinco miembros de Bateragune por actividades, dirigidas a poner en práctica un proceso resolutivo al conflicto nacional y social de Euskal Herria, sólo se puede entender como una huida hacia adelante de quien sabe, el Gobierno español, que la partida de la confrontación de ideas la tiene perdida. El palo político de la sentencia ha sido fuerte. Los resultados electorales de mayo y las expectativas internacionales habían elevado, con razón, la autoestima del proyecto que para este pueblo defiende la IA y, sobre todo, habían fortalecido los anhelos de poder construir el porvenir de nuestro pasado. La sentencia de la AN desea destruir esa confianza, matarla, mostrándola como una palabra rota e inservible. Que nadie se lo consienta. Les ganamos una batalla importante en el derecho de la participación política y ahora, para dejar las cárceles vacías, por el futuro, debemos ganarles la batalla de la dignidad, la esperanza y la lucha popular.