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59 DONOSTIA ZINEMALDIA

Para todos los gustos

Hay vida más allá de la Sección Oficial y en este caprichoso mundillo del cine, nunca sabe uno cuando va a tropezar con una joya

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Víctor Esquirol | Crítico de cine

Pongo los pies en Donostia por primera vez en mi vida. ¿Referentes hasta el momento de mi destino? Dos, para redondear. El primero adquiere la forma de un fantástico equipo de fútbol que viste de azul y blanco, y que hace pocos años pasó de beber las dulces mieles de la máxima competición europea a quemarse con las llamas del infierno de segunda, y que parece haber vuelto a la categoría reina con el propósito de amargar la marcha triunfal del equipo de mis amores. Perdonen la visión ultra-simplista de este culé empedernido. La segunda referencia que tengo de la ciudad es el amor que ésta profesa por el celuloide. La prueba más evidente: su festival de cine, que cuenta con el honor -y esto pueden decirlo muy pocos- de situarse en el selecto grupo de la clase A. Casi nada.

¿Hacen falta más argumentos para que un amante del séptimo arte se pasee por estas fechas por la mítica playa de la Concha y sus aledaños? Va a ser que no. Así que aquí me tienen: Un cinéfilo catalán en San Sebastián. La rima es malísima, lo sé, pero si John Landis la hubiera leído cuando todavía contaba con el favor de la industria cinematográfica (qué tiempos aquellos...), tal vez se hubiera animado a hacer una película. Esto, por fortuna o por desgracia, nunca lo sabremos. Lo que sí es seguro es que hasta el próximo sábado 24 de setiembre, Zinemaldia va a centrar todos sus esfuerzos en conquistar al mayor espectro de público posible. Para ello es imprescindible la amplia variedad de secciones, que plantean una oferta que, siguiendo el tópico, podría resumirse en cuatro palabras: «para todos los gustos».

No son competencia de este cronista los principales apartados de este certamen. Sí lo es en cambio demostrar que hay vida más allá de la Sección Oficial. Ahí están los atractivos a la vez que necesarios escaparates de Horizontes Latinos, Made In Spain o Zinemira -el escaparate del cine vasco- la sugerente combinación de cine y gastronomía que es Culinary Zinema, la peligrosa y teñida de negro American Way of Death, o la enigmática Sombras Digitales, que nos ofrece muestras del nuevo cine digital chino. Secciones todas ellas que quizás no consigan captar toda la atención mediática, pero que no por ello merecen ser desatendidas. Ya se sabe, en este caprichoso mundillo del cine, nunca sabe uno cuando va a tropezar con una joya.

Un mar de posibilidades se presenta pues ante nosotros, pero como hay quien no sólo puede vivir de la inconcreción de la esperanza, ahí van una cuantas recomendaciones seguras para los próximos días.

Si el tiempo y la cartera lo permiten, hay que hincarle el diente a... «Miss Bala», del mexicano Gerardo Naranjo, porque el cine de denuncia raras veces se ha mostrado con tanta adrenalina; «Le Havre», porque no son pocos los que siguen opinando que la enésima genialidad del finlandés Aki Kaurismäki, tan divertida como tierna, mereció haberse llevado la Palma de Oro en Cannes; «Et maintenant on va où?», porque en ella Nadine Labaki consigue una casi perfecta conjunción entre drama y comedia para reflexionar sobre esa eterna lacra que es el conflicto entre religiones; «The Artist», porque esta arriesgadísima apuesta muda y en blanco y negro de la interesante dupla Hazanavicius/Dujardin demuestra que el cine silente no ha perdida pizca de encanto; y «Drive», porque esta historia de gánsteres firmada por el danés Nicolas Winding Refn (premio a la mejor dirección en Cannes), estilizada, trepidante y de inspiración ochentera, tiene todos los números para convertirse en uno de los títulos de culto de la temporada.

Y hasta aquí puedo leer.