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Raimundo Fitero

Diez años

Las sentencias de la Audiencia Nacional siguen siendo los bombardeos más pertinaces de la alianza española. El tratamiento dado por las televisiones al último fallo que condena a Otegi, Díez, a diez años y a Zabaleta, Jacinto y Rodríguez a ocho años de prisión, se han utilizado como munición para atacar un poco más a la esperanza de una normalidad política de Euskal Herria. Tenían un juguete audiovisual que lo han utilizado de manera tangencial: la parodia de Altsasu, de la que han sacado conclusiones, insultos, mentiras y calificaciones que no dejan lugar a ninguna connivencia con algunos de esos agentes ultras disfrazados de periodistas matinales, como es el caso de señor Lucas, el enchufado de RNE, que está buscando la renovación con los del PP, y para ello solamente se le ocurre intentar ponerse al frente del desfile descalificador a una acción popular, una parodia teatral, que forma parte en todas las partes del mundo democrático del uso de la libertad de expresión.

Se criticaba al Borbón, sí, ¿y qué? El pueblo, en fiestas o en carnavales, tiene licencias para meterse con la iglesia, los monarcas, el ejército, y si lo hace de manera divertida, con el beneplácito de la inmensa mayoría de la concurrencia, no tiene un pase de crítica más allá de si te gusta o no, lo que es una cuestión de formas, no de fondo. Pues bien, esa parodia que ha salido a la luz diez días después de celebrarse el cachondo acto, ha servido para ir calentando el ambiente, para involucrar a Bildu, reclamar acciones judiciales inmediatas para su ilegalización, toda una vuelta atrás del pensamiento único español más reaccionario que no solamente se expresa en la televisión ultra, con el retorno de Carlos Cuesta vestido con la rojigualda que eso sí es un ultraje a la bandera.

La sentencia de la Audiencia Nacional nos recuerda de que siguen en guerra total, que van a joder todo lo que puedan, que les molesta la posibilidad de una paz justa, de un pueblo en marcha. Por eso, hoy, solamente podemos unirnos a la manifestación convocada en Donostia porque eso es lo que nos toca, seguir haciendo camino, para que los años de sentencia duren meses o semanas.

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