Miles de sirios se manifestaron ayer en Siria para expresar su determinación de continuar las protestas hasta la caída del presidente Bashar al-Assad, cuyas fuerzas mantienen la represión, que ayer causó al menos 39 muertos. La revuelta en Siria será objeto de debate el martes en el marco de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, EEUU, y también en un encuentro bilateral entre el presidente de EEUU, Barack Obama, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. Desde Trípoli, Erdogan siguió distanciándose de su antiguo aliado y atacó duramente a Al-Assad y, poniendo el caso libio como ejemplo de lo que les espera a los que «ejercen la represión», aseguró que «la era de los líderes opresores ha terminado».

No obstante, las fuerzas de seguridad continúan con las redadas, registros y detenciones en las ciudades, lo que no detuvo ayer a los manifestantes en Deir Ezzor, Homs, en la provincia de Damasco y en Hama, que se movilizaron bajo el lema «Avanzamos hacia la caída del régimen». Los llamados Comités de Coordinación Local precisaron que el mayor número de muertos se registró en la provincia de Idleb, fronteriza con Turquía, donde fallecieron al menos 17 personas, y donde se desarrolla desde el miércoles una operación del Ejército. La televisión pública siria dio cuenta de la muerte de un miembro de las fuerzas de seguridad en un ataque armado que además dejó cuatro heridos en Deraa.

Por otra parte, la oposición trata de organizarse, aunque aún carece de unidad. Mientras que hoy varios grupos se reunirán en Damasco, en el exterior se han formado dos «consejos nacionales» que agrupan a varias personalidades opositoras.