Los programadores televisivos viven atrapados en unas obsesiones que les provoca una mutación de su propia personalidad, por lo que cuando tienen una caída de audiencias en una franja horaria, insisten hasta el absurdo con un tipo de programación. La Sexta, tras acabar con «Sé lo que hicisteis...» por motivos que no quedan muy claros después de los meses de aquella decisión, no ha logrado levantar el porcentaje de telespectadores con las muchas pruebas efectuadas en los momentos posteriores a los noticiarios del mediodía. Su política de rebajar cualquier roce con los posibles socios o compradores de la cadena, los familiares y reaccionarios señores de Planeta, o sea, de Antena 3, les ha dejado sin argumentos, buscando programas, presentadoras que den esa imagen de diversión, pero sin manchar ni dejar huella.

La última propuesta es colocar a Anabel Alonso al frente de una suerte de concurso con famosos y famosilllos de título «Nada que ganar, mucho que perder», y según parece ya está sentenciado pues no ha logrado levantar la audiencia. Y no lo ha hecho porque se trata de un programita de supuesto humor, que no hace muchas gracia, porque se dirige a un tipo de audiencia que no está por la labor o está viendo a la competencia, que es muy potente a primeras horas de la tarde, con teleseries, telebasura y telehumoristas descafeinados. Es decir les han dejado sin apenas hueco, y el público que tenían eran los que se descojonaban con los dibujos terroríficos de «Padre de familia», y con los desvaríos de la gente del programa defenestrado, con Patricia Conde a la cabeza.

La insistencia en un tipo de programa en una franja horaria concreta es algo que comparten muchas cadenas y se trata de una actitud conservadora, de ir sobre lo seguro, y muchas veces tienen razón, pero también es comprobable como hay variaciones, cambios en la edad media de quienes ven la televisión y sus gustos, por lo que cuando se encuentra un filón nuevo, recibe el premio del aumento de clientela. Pero inmediatamente se copian y se satura. El humor blanco ocupa demasiados minutos y horas de televisión y todos los programas se parecen. O así me lo parece.