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Campeonato del Cuatro y Medio

Un clásico incómodo

Irujo otorgó el papel de favorito a un Olaizola II que se quejó de las pelotas que se encontró en el cestaño.


Jon ORMAZABAL

Las empresas han puesto toda la carne en el asador y la liguilla de semifinales arranca esta tarde en Bilbo por todo lo alto, con una nueva reedición del duelo estrella entre los dos números uno de Aspe y Asegarce; Juan Martínez de Irujo y Aimar Olaizola. Sin embargo, nunca hasta ahora este partido había venido, como lo hará hoy, marcado por la incomodidad que ambos han mostrado en los días previos.

A pesar de ser el vigente campeón y de que tiene dos txapelas en la distancia, Juan Martínez de Irujo volvió a mostrar el domingo su inadaptación al acotado. Al de Ibero le costó amoldarse a la jaula ante Oinatz Bengoetxea y al término del partido manifestó que todos los años le entran ganas de renunciar al cuatro y medio. Sin embargo, sus genes competitivos siguen mandando y volverán a estar hoy al cien por cien en un partido siempre especial.

Olaizola II, quejoso

Bastante más sorprendieron, por inusuales, las quejas de Aimar Olaizola por el material que encontró en la elección del pasado miércoles. Destaca sobremanera que las quejas se dirigieran, aunque las de Irujo le parecieran quizá excesivamente vivas, hacia las pelotas propuestas por su empresa.

Y es que, no parece entendible que la promotora bilbaina no mime al pelotari al que se ha aferrado en los últimos años. Si nos ceñimos al Cuatro y Medio, desde que en 2005 Patxi Ruiz lograra colarse en la liguilla, no ha habido otro representante de Asegarce en dicha liguilla. En el Manomanista hay que retroceder a 2008 para contabilizar la victoria de Oinatz Bengoetxea, mientras que en el Parejas, el éxito más reciente de la empresa sin protagonismo del de Goizueta se remonta a la victoria de Koka-Beloki en 2003.

En cuanto a su nivel de juego, los dos partidos previos y las declaraciones del propio Aimar Olaizola, diciendo que quizá no tenga la chispa de hace un mes, aumentan la sensación de incomodidad, pero conociendo a ambos pelotaris, seguro que todas esas dudas desaparecen de un plumazo en cuanto la pelota se ponga en juego.