CRíTICA cine
«Cinco metros cuadrados» La casa de tus pesadillas
Mikel INSAUSTI
Está claro que Max Lemcke apuesta por el cine coyuntural, pero sin profundizar en los temas candentes del momento que va sacando a la palestra. En contra tiene la falta de una tradición de lo social en las pantallas mesetarias, salvo en el caso aislado de Fernando León de Aranoa. Pero “Cinco metros cuadrados” no es al problema de la vivienda lo que “Los lunes del sol” lo fue al del paro, como tampoco su anterior “Casual Day” llegaba a meter el bisturí en el cáncer de la sociedad moderna representado por la estructura piramidal de las empresas multinacionales, carencia excusable por tratarse de una comedia tendente a la caricatura superficial. Al decidirse ahora por el drama con todas las consecuencias es cuando sale a relucir su falta de compromiso analítico, de querer llegar realmente hasta el fondo de una situación que va más allá de lo meramente denunciable. “Cinco metros cuadrados” sólo muestra la punta del iceberg de la gran estafa inmobiliaria, sin acertar a poner rostro a sus corruptos responsables políticos.
Las figuras claves del constructor que da el pelotazo y del concejal encargado de recalificar los terrenos son de lo más saineteras, y no se corresponden en ningún momento con la tragedia real que viven los estafados, la cual tampoco se sostiene por culpa de un guión escrito a la ligera. La recreación de la pesadilla padecida por los implicados en una venta de pisos fraudulenta se viene abajo en su desarrollo argumental, al personalizar lo que es a todas luces una causa colectiva en el caso aislado y puramente anecdótico de un solitario individuo. Como quiera que el peso de tan gran responsabilidad protagónica recae sobre las estrechas espaldas interpretativas de Fernando Tejero, lo que debería suponer la identificación del espectador con la víctima de la especulación urbanística se transforma en un penoso sentimiento de lástima. Todo su entorno familiar y de amistades va diluyéndose y los secundarios se quedan sin papel de cara al esperpéntico desenlace.