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Fede de los Ríos

¿Grupo propio decís...? Si acaso, un ochote

¿Cómo él [González Pons], que se ve héroe de la Reconquista, un cruzado combatiendo al infiel sarraceno, va a tener reparos en ciscarse sobre la voluntad de 333.628 sediciosos vascos que osaron elegir a siete diputados y tres senadores?

Cuentan las crónicas del Viejo Reyno que, allá por los años treinta del pasado siglo, una recién casada hallábase azorada por el miedo a no saber comportarse en la noche de bodas. No eran tiempos de educación sexual en el aula. Al inquirir al partenaire, igualmente poco ducho en el arte amatorio, qué postura debiera adoptar en el tálamo nupcial para favorecer el ayuntamiento carnal, el nabarro contestó con premura: «te pongas como te pongas t'hey de joder». Así también ocurre a los vascos y vascas de izquierda con la derecha y con parte de la denominada izquierda españolas. Ya pueden los de Amaiur mostrar amabilidad, cordialidad y un exquisito comportamiento en la Corte y en las Cortes. Será como echar margaritas a los cerdos. Los joderán pónganse como se pongan. Cómo apelar a la razón o a lo razonable, si los interlocutores son absolutamente impermeables al ejercicio específicamente humano de elaborar estrategias como forma de solucionar problemas. Se niega el problema y ya está. Y si persiste, se manda a la Guardia Civil.

Si son capaces de forzar las leyes y los reglamentos de manera torticera hasta lo esperpéntico, anclados en falacias como seudoargumentos que harían enrojecer a un fracasado escolar. Si la última vez que intentaron pensar sobreviniéronles vómitos y cefaleas. Ahora, con mayoría absoluta y el poder en manos del Jefe, harán lo que les salga del extremo de su balano. El portavoz del Partido Popular, Esteban González Pons (aquél que, cuando era conceller de la Generalitat Valenciana en el Gobierno de Francisco Camps, adjudicó a dedo a Iñaki Urdangarín un convenio para organizar los Juegos Europeos por el que el yernísimo percibiría cinco millones de euros), refiriéndose a UPyD y Amaiur, dijo: «tratar igual a los iguales y de modo desigual a los que son desiguales». Mostróse aristotélico, por un momento, y el xiquet dedujo como el Estagirita que «a individuos desiguales corresponden leyes desiguales». Lo mismo pensaron los que gobernaron Sudáfrica durante años: lo llamaron apartheid.

Las riendas de eso que llaman España están en manos de sujetos a quienes unas perniciosas lecturas, en temprana edad, de textos producidos por alucinados autores, causaron en sus cerebros, aún no formados, daños irreparables. Sin ir más lejos, el propio González Pons, tras ver el desfile militar del 12 de Octubre, Día de la Raza, viniéndose arriba, escribió en su blog: «Si a mí me hubiera tocado vivir en 1212, no habría mirado la batalla (de las Navas de Tolosa) desde la grada. Junto a los tres reyes, formando parte de sus séquitos de caballeros o de las milicias concejiles o de las órdenes, habría cargado contra los innumerables guerreros del desierto y el parapeto de cadenas y diez mil esclavos del califa. Y quizá habría dado allí la vida». ¿Cómo él, que se ve héroe de la Reconquista, un cruzado combatiendo al infiel sarraceno, va a tener reparos en ciscarse sobre la voluntad de 333.628 sediciosos vascos que osaron elegir a siete diputados y tres senadores?

¡Quién hubiera sido Miramamolín pa arrearle un par de hostias!

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