Raimundo Fitero
La tibia
Sí, es cierto, al pasar tantas veces la acción futbolística en la que el jugador David Villa se rompe la tibia, uno siente dolor. Y hastío. La verdad sea dicha. Tantas veces, con tantos diagnósticos y tantas monsergas acaban por irritar. Y sobre todo porque en los primeros momentos esa tibia, ese dolor que solamente los que hemos sufrido alguna rotura de estas características podemos refrendar, era un problema de selección. No importaba si el jugador sentía dolor, o si estaban en peligro su propia carrera como deportista, sino que no podía jugar en mayo con la selección de fútbol que es la última campeona de Europa de la especialidad. Esa era la obsesión mediática.
La ya famosa tibia del conocido como «Guaje», convertida en tótem mediático, se convierte en un señuelo y una expresión magnificada de lo que es el pensamiento unificado habitual generado por aplicación en el cerebro, que antes de la digitalización se llamaba coger el rábano por las hojas o que en su desarrollo más avanzado consiste en destacar de un acontecimiento noticiable únicamente aquello que previamente ya habías deseado que sucedería y por el que tenías ya hecha la portada, el editorial y cursadas las órdenes adecuadas para que se repita por todos los subordinados. Para entendernos, es la facultad popular de «Sálvame» la que está influenciando de manera manifiesta a todos los tertulianos, editorialistas y columnistas. Se inventa un rumor, se hace pasar como noticia, se fuerzan declaraciones y después se vuelven a rectificar para crear un episodio televisado del principio de Arquímedes.
La expresión más clara de este sistema de comunicación de fluidos fétidos ha sucedido con la declaración de la IA sobre el reconocimiento del dolor causado a todas las víctimas. Es tan vergonzoso el ataque de histeria amnésica, que uno llega a pensar que tienen la tibia rota, pero por la base del cráneo. Estamos ante una extraña obviedad: si les hablas despacito y con buena letra, se piensan que son sicofonías de su pasado. Nos va a costar mucho traer a la democracia informativa a estos mensajeros del odio y la violencia estructural. Hay que seguir haciendo campaña de sensibilización.