Mikel INSAUSTI

La cartelera navideña nos depara alguna que otra grata sorpresa cada año, y esta vez la película que sale triunfante como inmejorable espectáculo para todos los públicos es “Arthur Christmas: Operación Regalo”. La asociación entre la multinacional Sony y los estudios de animación ingleses Aardman ha dado como resultado un producto redondo, que nada tiene que envidiar a los de Pixar. Siempre se ha achacado a la competencia de la compañía de John Lasseter que no acierta con los guiones, pero la debutante Sarah Smith demuestra sobradas dosis de imaginación a lo largo de una aventura cuyo contagioso ritmo nunca decae, cuidando cada detalle, cada pequeño gag, cada línea de diálogo, hasta completar una historia por demás entretenida y risueña. El humor que utiliza es muy inglés, por lo que la caricatura que ofrece de Santa Claus y su disfuncional familia polar es afinadamente mordaz. El espíritu iconoclasta de la cinta se aprecia mejor en la versión original, dado el carisma interpretativo reconocible en las voces de Hugh Laurie, Michael Palin, Imelda Staunton, Jim Broadbent y, sobre todo, Bill Nighy.

El genial Bill Nighy hace una creación única del abuelo del protagonista, un divertido Grandsanta que saca de quicio a su otro nieto, que es el competitivo ejecutivo de la industria del juguete que apuesta por las nuevas tecnologías. El viejo Santa prefiere contar batallitas de otros tiempos, cuando hacía el reparto con su trineo tirado por renos, y no como ahora, en que una gigantesca nave denominada S-1 asegura la distribución de todos los regalos en una sola noche, y sin que su presencia sea detectada por los radares militares. Bill Nighy simboliza el espíritu de las Navidades pasadas cantando una versión del clásico de Perry Como “Make Someone Happy”, en claro enfrentamiento al de las Navidades presentes, defendido por un Justin Bieber que canta el mundialmente conocido villancico “Santa Claus Is Coming to Town” al gusto masificado de sus histéricas fans preadolescentes.