Dabid LAZKANOITURBURU Periodista
La ocupación iraquí fracasó en Irán
La retirada militar estadounidense de Irak -repliegue que no incluirá al ejército de miles y miles de mercenarios-, cierra nueve años de ocupación y abre la hora de los balances.
La práctica totalidad de los análisis coinciden en valorar la aventura militar estadounidense como un desastre en términos absolutos.
Unos se escudan para ello en su escalofriante coste humano, económico y social. Otros destacan la pervivencia de la violencia tras la irrupción de Al Qaeda, desconocida hasta entonces en Irak. Hay quien se fija en la vertiente política, advirtiendo de un proceso de libanización. El sistema clientelista-tribal del régimen de Saddam Hussein y el partido Baath ha sido sustituido por unos partidos que se reparten los cargos y el país atendiendo a criterios comunitarios-étnico-religiosos.
Pero, siendo todo eso cierto, colegir que la ocupación ha sido un fracaso presupone creer -en sentido religioso- en el objetivo «humanitario» de Bush en Irak.
Cuando, más allá de las falsas promesas de que convertiría a Irak en el «paraíso terrenal», el escenario actual, el de un país en ruina, política y económica -por tanto, maleable- responde casi fielmente al diseño realizado en su día por EEUU.
Casi, porque hay una derivada que, o no calculó acertadamente, o le ha trastocado finalmente sus planes. Y se llama Irán, gobernado desde 2005 por los sectores menos proclives a llegar a acuerdos con Occidente (léase Ahmedinejad y su entorno).
Así las cosas, el ascendiente de Teherán sobre el nuevo Irak -dominado por el chiísmo confesional- preocupa, y mucho, en Washington.
Y es, a la postre, la prueba del fracaso final de su aventura iraquí.