Por los pelos... de Toquero
Los rojiblancos, que encarrilaron pronto el partido por juego y el gol de Susaeta, se rebelaron contra el inexistente penalti y la expulsión de Javi Martínez, hasta llevarse una victoria que nunca dejaron de buscar
ATHLETIC 2
ZARAGOZA 1
Joseba VIVANCO
El fútbol tiene tres enemigos: uno es el árbitro y los otros dos son sus ayudantes. Por suerte, ayer, ahí estaba Gaizka Toquero para accionar su `parabrisas' en una lluviosa tarde-noche en San Mamés y despejar el futuro de los rojiblancos en esta competición liguera que le está poniendo más piernas encima que al Jorge aquel de Gran Hermano. Un partido que debía haber sido casi de anticipo navideño, de regalo de Olentzero a la afición por la abismal diferencia entre ambos equipos, y por lo que a los pocos minutos se vio sobre el césped, se tornó por mor del colegiado en un nuevo derroche físico y de convencimiento de los leones de Bielsa.
En San Mamés se esperaba otro día `atrapado en el tiempo', como en la película en que el personaje revive cada día las mismas cosas sin poder evitarlo. Y con ese guión se plantó el Zaragoza sobre el césped de La Catedral, con un 4-4-1, pero que en un pis-pas el Athletic destrozó en cuestión de cinco minutos. Eso sí, tuvo que ser a la tercera, al tercer mano a mano con el portero del gafado Markel Susaeta, cuando los rojiblancos perforaron la meta maña, encarrilando un partido que se presentía cómodo por lo visto en esos primeros compases.
La tuvo Markel al minuto cuatro, la volvió a tener en el cinco, pero ni visitándole la diosa fortuna la metía dentro; a la tercera, una mala dejada de un defensor a su portero, la ganó el de Eibar para regatear a Roberto y enviarla, no sin apuros, entre los tres palos. Lo más difícil estaba hecho. Era el minuto 7.
Un Zaragoza timorato, frágil atrás, que dejaba jugar a los leones, se ponía en bandeja de los de Bielsa, que aun con Muniain desconectado en banda izquierda, ejercían el control total de la pelota y jugaban a placer, con un Herrera metidísimo en el partido, activo, ofreciéndose en cada balón. Tuvo el segundo Amorebieta en un córner que San Mamés cantó gol. No había prisa por matar, el partido estaba inclinado y no tenía visos de equilibrarse... hasta que el trencilla de turno decidió que se estaba quedando frío y optó por calentar el ambiente.
Una jugaba trompicada del Zaragoza en las cercanías del área rojiblanca, y que nunca debía haberse producido, acabó con Javi Martínez rebañando la pelota de los pies de Lafita en los mismos morros de Iraizoz. Penalti y expulsión. Y ahí se cargó al Athletic y casi el partido. Empataron los maños entre una grada encendida, un Marcelo Bielsa salido de sus casillas arremetiendo contra el cuarto árbitro, y con el expulsado, Javi Martínez, con cara de incredulidad por la tercera expulsión en su carrera como león.
Y ahí se rompió el partido y se desconectó el Athletic. Minutos de desconcierto, de pérdida de la pelota. Los de Javier Agirre pasaron a dominar un balón que hasta ese momento tenía un demoledor 72% de posesión por parte de los rojiblancos. Incluso las tuvo el Zaragoza en un par de córners, esos que tanto daño hacen a los de Bielsa. Y con ese Athletic noqueado, con el medio del campo arrebatado, con el árbitro perdonando la segunda amarilla a Ponzio, con el Zaragoza repartiendo cera gratis, se llegó a un descanso que abría mil y una incógnitas.
Confiados en la victoria
Unas incertidumbres que se resolvieron pronto, con el Zaragoza apretando, ahora sí, arriba, pero con un Athletic envalentonado, directo a por el partido. Salieron enchufados los rojiblancos, con Herrera en plan mandón, Susaeta enrabietado, Iturraspe contundente, Amorebieta intentando los arreones desde atrás, La Catedral sacando a relucir su aliento. Hasta Toquero, en riguroso fuera de juego, la tuvo en un mano a mano y la falló.
Un arranque que pasados los minutos fue decayendo, con los de Agirre tratando de cercar más la meta de Iraizoz pero sin excesiva llegada, con el Athletic activando la banda izquierda de su ataque con Toquero y Muniain, echando el resto, eso sí, pero diluyéndose el encuentro con el correr del reloj. Sólo el resurgir de San Mamés con el «¡A por ellos!» y su ya habitual «Jo ta ke!» pareció revivir el choque. Y ese rugido fue a más con la segunda amarilla y expulsión de Lanzaro. «¡Athletic, Athletic!», resonaba el jugador número 12.
El partido tomaba otro cariz y, de nuevo, el campo se inclinaba hacia la meta maña. No importó el gol legal anulado a De Marcos, ni la leña que repartió el Zaragoza, ahí estaba ese genio de la transpiración que alguien le llamó, Gaizka Toquero, para clavarla al más puro estilo killer el pase de De Marcos. Te vemos, Toquero, tras tu parabrisas y te queremos seguir viendo. La justicia volvió a casa por Navidad.
No quiso Marcelo Bielsa cuestionar la labor arbitral, pero sí tiene claro que el Athletic mereció la victoria. Sí asumió que la expulsión trastocó el dominio de su equipo, que tuvo que recomponerse con la entrada de San José, pero que a partir de ahí y, sobre todo, después de que el Zaragoza se quedara con diez, «volvimos a atacar con más presencia».
Quiso el técnico argentino comentar, a petición de la prensa, la labor de algunos de sus hombres, citando a Ander Herrera, de quien cree «ha hecho el partido más lucido en lo que va de temporada». Aseguró que estuvo «muy amigo de la pelota, desequilibrante». Un Ander al que acompañó como escudero Iturraspe, «muy bien en el soporte por detrás, para que Herrera no descendiera demasiado».
También tuvo palabras para Muniain, de quien aceptó que no estuvo desequilibrante hasta los veinte minutos finales. «Esperemos que se instale en un rendimiento similar», dijo. Y de Toquero, el protagonista de la noche, manifestó que «su acumulación de esfuerzos merecía una recompensa así. Me alegró por él».
Por su parte, Javier Agirre reconoció que el vestuario zaragocista estaba «muy tocado», que el partido en la primera mitad estaba «donde queríamos», pero asumió que «contener al Athletic durante noventa minutos es muy difícil, son muy dinámicos, muy veloces».
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