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Vecinos del Besòs llaman a la convivencia tras dos días de tensión

Los vecinos del barrio barcelonés del Besòs quisieron acabar ayer, mediante una rueda de prensa conjunta, con la tensión vivida durante los últimos días entre las comunidades senegalesa y gitana, a causa de la muerte, el pasado martes, de Ibrahima Dyie.

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Beñat ZALDUA

Joder, qué lejos está esto», es la frase de una periodista que llegaba tarde y jadeando a la rueda de prensa ofrecida ayer en el Hotel de les Entitats del Besòs, en Barcelona. Los medios no acostumbran a visitar la zona, por lo que no fue la única periodista en perderse a la hora de llegar a la comparecencia que las comunidades gitana y senegalesa ofrecieron junto a las entidades vecinales. El objetivo: calmar los ánimos tras la tensión y los incidentes sucedidos como consecuencia de la muerte de Ibrahima Dyie.

Acompañados por representantes de entidades de todo el barrio, el presidente de la Associació de Senegalesos Residents a Catalunya, Amadou Boka Sam, y el presidente de la Federació d'Associacions Gitanes de Catalunya (FAGIC), José Santos, remarcaron que «en el barrio del Besòs no existe ni confrontación ni enfrentamiento entre vecinos y vecinas por su origen étnico o nacionalidad». Ambos condenaron la muerte de Dyie y llamaron a la calma y la cohesión, al tiempo que pidieron dejar de lado la venganza y trabajar para que se haga justicia y se esclarezca lo ocurrido.

Y es que la reconstrucción de los hechos no está del todo clara, aunque cada medio de comunicación explica su versión con todo lujo de detalles. Lo que se desprende de las diferentes narraciones es que un grupo de amigos jugaban a fútbol en la calle la tarde del martes, cuando un vecino les increpó y exigió de malos modos que parasen. Le contestaron que no molestaban a nadie y siguieron jugando, ante lo cual, el vecino se fue a su casa y regresó armado y acompañado por dos hijos suyos, también armados.

La discusión y los insultos fueron en aumento hasta que sonó un disparo que tumbó a Ibrahima Dyie, que precisamente no estaba jugando con la pelota, sino que había ido a visitar a unos amigos y trataba de mediar en la discusión. Una ambulancia lo trasladó al Hospital Sant Pau, donde murió horas más tarde, dejando esposa y tres hijas en Senegal.

Mientras tanto, en la misma calle Palerm donde se sucedieron los hechos, multitud de compañeros de Ibrahima clamaban venganza y trataban de forzar la casa de los agresores. Así fue hasta que aparecieron los Mossos d'Escuadra y empezaron a dispersar a porrazos a los presentes, que se dispersaron por el barrio rompiendo algún cristal y volcando algún contenedor.

Al día siguiente, miércoles, la gran mayoría de medios se encargaron de señalar que los agresores eran gitanos con infinidad de antecedentes, mientras que la víctima y sus amigos sedientos de venganza eran senegaleses. Los ingredientes estaban servidos para una reedición del conflicto que en verano se vivió en el barrio mallorquín de Son Gotleu, o para un episodio parecido a los ya vividos en las localidades de Salt o Terrassa. Las planas de los diarios tampoco tardaron en rememorar las revueltas de los suburbios franceses o los disturbios de los barrios londinenses.

Centro de la atención mediática

A esas alturas, el Besòs ya se había convertido en protagonista involuntario de la actualidad, para sorpresa de sus vecinos, que no recordaban haber visto nunca tanto periodista junto en el barrio. La tensión se mantuvo durante el día, aunque gestos como la detención de los presuntos autores de los disparos o las declaraciones de respeto y solidaridad de la FAGIC ayudaron a calmar ligeramente los ánimos.

Por la tarde se convocó una manifestación a la que acudieron representantes de diferentes comunidades tras una pancarta a favor de la tolerancia, aunque lo que primó para la mayoría de los medios de comunicación fueron las imágenes de senegaleses enfurecidos clamando venganza. El hecho de que fueran los propios senegaleses los que organizaron y llevaron la manifestación por una senda «cívica» pasó inadvertida. «Ira», «rabia», «venganza» y «fuego» fueron algunas de las palabras más empleadas en las noticias.

Sacados del mismo saco de tópicos, artículos sobre el Besòs repetían recurrentemente palabras como «olvidado», «marginal» y «conflictivo». Pese a que los artículos hablaban de hechos y situaciones reales -el Besòs es uno de los barrios con mayor índice que desempleo y pobreza de Barcelona-, el tono empleado hacía que, tras leer los textos, uno no entendiese cómo el barrio no ha sido pasto de las llamas desde hace tiempo. Quizás sea, como señalaban desde la asociación de vecinos, por ser «un barrio con memoria, construido hace 50 años por los inmigrantes de entonces».

Visto lo visto, no es de extrañar que en la rueda de prensa de ayer, Boka Sam pidiera explícitamente responsabilidad y respeto a los medios de comunicación. «Responsabilidad para no agravar la situación y respeto por la muerte de un ciudadano», señaló.

Una vez acabada la rueda de prensa y preguntado por el papel de los medios de comunicación, un miembro de la FAGIC ironizaba: «¿Y estos son los que nos hacen pensar de una manera u otra? Solo vienen aquí cuando hay carnaza; dime una cosa, ¿tú has oído hablar de una cosa que se llama Plan Integral del Pueblo Gitano? Porque aquí nunca ha venido ningún periodista preguntando por eso».

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