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«La chica del dragón tatuado»: La gran jugada de David Fincher

No tardaron mucho los estadounidenses en rodar una versión de la exitosa novela de Stieg Larsson. Sexo, violencia, venganza, misterio, asesinatos... nadie mejor que el galardonado director de «The Social Network» para hacer de todo esto una pócima mágica con la clara intención de reventar la taquilla, flanqueado por Daniel Craig y Rooney Mara en los roles principales.

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Janina PEREZ ARIAS

Se puede llegar a imaginar a David Fincher en plan relajado. A estas alturas habrá sobrevivido a las Navidades, a la Nochevieja, y a aquello que durante muchos meses incrementó la producción de canas en su pelo casi al cero y barba cerrada. Coincidiendo con las fiestas, Fincher alcanzaba la Fase Dos de «La chica del dragón tatuado», con sendos estrenos en Nueva York y Londres, alfombra roja incluida, desfile de celebrities y posados que, a la velocidad de Internet, aparecerían en las pantallas de los ordenadores. Sin embargo, quienes conocen a Fincher -o algo han escuchado de él- saben que ni «la tranquilidad» ni «la pasividad» son características propias de su carácter. La Fase Tres, la de las nominaciones al Golden Globe y al Óscar ya se ha activado, entre tanto al Estado español llega la semana próxima, como se había previsto, la esperada adaptación cinematográfica estadounidense de «Los hombres que no amaban a las mujeres» (Editorial Destino), de Stieg Larsson.

¿Que si se siente cierta presión tratándose de un bestseller con más de 50 millones de copias vendidas alrededor del mundo [fue el libro más leído en el Estado en 2009 y 2010], con una versión cinematográfica sueca realizada en 2009 -cuya fantástica y memorable interpretación de Noomi Rapace dejó huellas-, con una legión de seguidores (esto sí da miedo) de la trilogía «larssiana»? David Fincher lanza un «no» rotundo suavizado por una mueca cercana a una sonrisa.

«Tomando en cuenta los millones de personas que leyeron el libro -analiza el director-, ciertamente hay una audiencia para esta película y sus secuelas. De alguna forma el éxito de la novela fue un evento de masas de conciencia cultural, y si para el momento de dar el sí no era un bestseller como los de Dan Brown, ahora sí lo es».

«La chica del dragón tatuado» (The Girl with the Dragon Tattoo) viene a ser un «empeño» del estudio Sony para crear una franchise dirigida a adultos; y en la historia de Larsson encontraron todos los elementos idóneos para tal fin: violencia, acción, una heroína femenina, una contrafigura masculina de contrapeso, sexo, odio, una oscura familia, venganza, asesinatos, misterio, corrupción... No había nadie mejor que David Fincher para mezclar esta pócima mágica hasta convertirla en un taquillazo con Daniel Craig como el periodista Mikael Blomkvist y la hasta ahora desconocida Rooney Mara en el rol de la indomable Lisbeth Salander.

Un proyecto al que Fincher tuvo que pulsarle la tecla de pause, ya que el estudio lo quería antes de que concluyera la exitosa «The Social Network». Con los derechos comprados, librándolos de la «divina comedia» desencadenada por efectos de herencia en el seno familiar del desaparecido autor, el guión quedaría a cargo del oscarizado Steven Zaillan («La Lista de Schindler», «Gangs of New York», «Moneyball»), quien también asume las funciones de productor ejecutivo de la cinta en cuestión.

El guionista y el actor sueco

Para su labor principal Zaillan cuenta que evitó ver las versiones suecas. «Se trataba de adaptar un libro, no una película», afirma tratando de domar el copete estilo Elvis Presley con su mano derecha, un gesto muy frecuente en el guionista. Prescindamos pues de la palabra remake para referirnos a «La chica del dragón tatuado» como una «versión norteamericana» o «nueva adaptación».

En su doble tarea, Zaillan se explaya para reiterar que «el hecho de que [el libro] sea tan popular, es una cosa buena; de hecho, nunca lo vi como un problema. Aunque estoy seguro de que para los seguidores de la versión sueca será duro verla, y creo que por esa razón no he visto la primera versión hasta ahora», concluye con inesperada honestidad.

Desde la escritura del guión hasta el inicio del rodaje de esta producción de cien millones de dólares, transcurrieron apenas seis meses, un tiempo récord considerando la fama de meticuloso atribuida a David Fincher, quien puede estar años en la planificación de una película. El realizador de 49 años, quien creciera en la misma calle donde habitaba George Lucas, está visto con muy buenos ojos en Hollywood y en otras latitudes. Bien lo dice uno de los actores suecos implicados en esta arriesgada versión, Stellan Skarsgård, quien interpreta a Martin Vanger: «Creo que la mayoría de los suecos está orgullosa de que David Fincher haya ido a nuestro país a rodar esta película -alaba Skarsgård-. Fincher es el único tipo en Hollywood que puede hacer una película independiente por 100 millones de dólares; él ha luchado constantemente por tener el control de sus filmes, por eso su trabajo es tan personal».

Sin duda «La chica del dragón tatuado» lleva el «sello Fincher»: cuidada al máximo detalle, durante las 2 horas 40 minutos (originalmente eran más de tres) el espectador -aún a sabiendas del desenlace de la historia-, no osa apartar la vista de la gran pantalla, llegando a sentir la nieve golpeándole la cara, así como las heladas temperaturas suecas colarse por cada desprevenido hueco de la ropa. «Si se hubiera querido hacer una sola cosa errada, realizarla en Estados Unidos hubiese bastado -razona Steven Zaillian-. Es cierto que se podría desarrollar en otro país, pero no creo que hubiera sido bueno hacerlo; es que es una historia sueca, y hubiera sido destruirle las expectativas a la audiencia. Es más, la idea del frío, de nieve, de helados paisajes del norte, ¿dónde se podría realizar? ¿En Mineápolis?», concluye irónico.

Precisamente libre de polémica no ha estado esta cinta que durante el primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos recaudó más de 12 millones de dólares. La sola elección de quien encarnaría a la tatuadísima, perforadísima, salvaje, sociópata Lisbeth Salander, ocupó páginas y páginas en los medios especializados y las páginas de Cultura y Entretenimiento de los periódicos.

...Y Lisbeth

David Fincher no lo tuvo fácil; no obstante, se tomó su tiempo. Después de desechar rimbombantes nombres (Scarlett Johanson por sexy, Natalie Portman por estar exhausta, Jennifer Lawrence por alta...), sacó de la manga otros más cercanos al singular personaje creado por Larsson: Yo-Landi Visser, una cantante de punk, o Katie Jarvis, protagonista de la cinta inglesa «Fish Tank». La elegida sería una chica desconocida, Rooney Mara, quien había trabajado a las órdenes de Fincher en «The Social Network», en el rol de Erica Albright (la supuesta novia de Mark Zuckerberg).

«Tenía que ser una persona madura, con confianza en sí misma, que supiera expresarse, femenina, tenía que ser lo opuesto a Lisbeth -defiende Fincher su decisión-. Rooney dio lo necesario para el personaje y hasta más». La apuesta de Fincher por Mara ya ha dado notables resultados, como la nominación a Mejor Actriz para el Golden Globe, así que contra todo pronóstico, la interpretación de Rooney Mara convenció a la influyente «hermandad» que otorga tan importantes premios en Estados Unidos. Y si no se lleva este reconocimiento a su casa, pues ya tiene asegurado un par de opciones más como icono del fashion, y figurar en los elencos de las próximas películas de Terrence Malick («El árbol de la vida») y Kathy Bigelow («The Hurt Locker»).

El actor sueco Stellan Skarsgård también se alza como un ferviente defensor de Mara, a pesar de respetar el trabajo de su compatriota Noomi Rapace en la primigenia versión. «La había conocido antes -rememora su encuentro con la neoyorkina de influyente familia en el mundo del deporte-, pero la primera vez que la vi en el set fue cuando ella llega a la casa de los Vanger, y en ese momento cuando se acercó a mí como lo indicaba la escena, pensé: `esa es la chica correcta'».

Basta con ilustrarse un poco sobre el autor de la trilogía «Millenium», para saber que Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist representan el alter ego de Stieg Larsson quien, durante toda su vida profesional, se dedicó precisamente a denunciar los grandes males de la no-tan-perfecta sociedad sueca, tales como el nazismo, la corrupción y la violencia contra las mujeres. Fincher busca las palabras imaginando qué diría Larsson de su versión cinematográfica, y cuando finalmente las encuentra, se refiere en primer lugar a la pasión que siente por su labor de realizador; «pero al tratarse de un trabajo de otra persona -trata de profundizar-, lo que quieres es que se sienta feliz del resultado, en especial tratándose de personajes que tienen que ver con él mismo. Nunca lo sabremos...», remata con dramatismo.

Con Daniel Craig como contrafigura, una singular heroína, una explosiva mezcla de elementos, la electrizante banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, y la mano de David Fincher, a «La chica del dragón tatuado» se le augura mucho público y buenas críticas. Por los momentos, Craig, Mara y Steven Zaillian (ya metido de cabeza en el segundo libro) están asegurados para la secuela, mientras que Fincher desmiente que asumirá otra vez la dirección. Recuerden: lo de la tranquilidad no es lo suyo, por eso, a estas alturas, ya estará en «otra dimensión».

Inmerso en las oscuridades

Filmada en Suecia, Suiza y Los Ángeles, cuenta David Fincher que la primera vez que oyó hablar del escritor Stieg Larsson fue en 2005 cuando le comentaron de un libro sobre una «hacker bisexual que vive en Estocolmo, va en moto y lucha contra misóginos y nazis». Nada le enganchó de esa descripción hasta cierto punto vaga. Seis años más tarde, tal vez el cineasta ni se imaginaría que estaría en una suite del londinense Hotel Dorchester, sentado a horcajas sobre la silla, como si de un caballo se tratara, contando en detalle su experiencia con “La chica del dragón tatuado”.

Acostumbrado a lidiar con tramas oscuras como historias de asesinos en serie, locura, violencia, paranoia... hace un evidente esfuerzo para no dejar aflorar su hastío cuando se le pregunta por las fuertes escenas del filme, y el rechazo que puedan despertar las mismas en la audiencia. «Pienso que muy frecuentemente la violencia se presenta como un conflicto dramatizado, y ese aspecto no me interesa –desmenuza Fincher–. La escena de la violación me resultó muy perturbadora, pero al mismo tiempo quería ser lo bastante explícito hacia los espectadores en cuanto a la situación, aunque no quise mostrar una sesión ginecológica, eso no era necesario. Tengo una hija, y al ver esta película, en efecto, hay cosas incómodas, pero de eso trata la historia».J.P.A.

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