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«No se puede pedir un nuevo paso a la izquierda abertzale sin valorar el anterior»

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Antoni Batista

Periodista. Autor del libro «Adiós a las armas»

Periodista, escritor y profesor de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, Antoni Batista (Barcelona, 1952) lleva más de veinte años escribiendo sobre el conflicto vasco como corresponsal del diario «Avui» y «La Vanguardia». Ha escrito al menos ocho libros sobre Euskal Herria; el último, «Adiós a las armas», acaba de presentarse estos días.

Mariasun MONZON | BILBO

Con «Adiós a las armas», Antoni Batista hace un viaje al final de la lucha armada de ETA para contar aquello de lo que fue testigo o de lo que supo por las fuentes acumuladas durante los más de 20 años de corresponsalía política en Euskal Herria. Siguiendo el registro narrativo de sus últimos libros, habla de la realidad con los recursos literarios de la ficción: relata hechos, retrata personajes y describe el contexto.

¿Para quién ha escrito este libro?

Este libro se dirige a gente muy diversa, pero, claro, llegará sobre todo a la gente que está interesada en la política y, en concreto, en la política relativa a Euskal Herria; a la gente que está interesada en situaciones de conflicto, que tenga curiosidad por saber, por descubrir por qué el 20 de octubre ETA cesó su actividad armada, cómo se ha llegado a ese punto y, a partir de ahí, quizás intuir qué va a pasar.

En su exposición, no omite datos ni documentos, pero se centra en narrar sus propias vivencias. ¿Por qué ese formato?

He escrito el libro pesando en la honestidad conmigo mismo y en el placer de escribir. Yo me hice periodista para contar cosas, pero para contarlas bien, pensando que el periodismo es un género literario, y que hay que usar los recursos del idioma, las figuras retóricas y literarias. Así, lo he escrito como si fuese una novela, pero en la que todo lo que sucede es cierto. De forma que enganche al lector, que no sea una acumulación de datos difícil de digerir; tratar de captar la atención con una tensión narrativa.

¿Qué le ha dado y qué le ha quitado el conflicto vasco?

El conflicto vasco me ha dado y me ha quitado veinte años de mi vida como corresponsal político del diario «Avui» y después de «La Vanguardia», 2.500 páginas de ocho libros, unas 1.500 páginas de cientos de artículos periodísticos. Y digo me ha dado y me ha quitado porque en todas las cosas de la vida hay un debe y un haber. Puedo decir que hacer periodismo sobre Euskal Herria me ha enriquecido humanamente, que he aprendido muchas lecciones, que me ha permitido estar ante situaciones límite y aprender a reaccionar ante esas situaciones límite, tratar de entender aquello con lo que no estás de acuerdo para explicarlo bien.

Tiene un concepto del periodismo que parece no se estila en los grandes medios del Estado español...

El periodismo nunca tiene que marginar versiones, y es lo que trato de explicar a mis alumnos en la universidad: nunca hay que escatimar fuentes, esté de acuerdo o no con ellas. En este sentido, por decirlo así, yo he tenido fuentes con tricornio y fuentes con capucha, lo no quiere decir que tenga que estar de acuerdo ni con unos ni con otros; simplemente, hay que tratar de entenderlo todo, y entenderlo es entenderlo, no es ser cómplice de nada. En el conflicto vasco creo que se han marginado muchas fuentes y, básicamente desde la perspectiva española, se ha dado una versión sesgada, en la que el punto de vista de la izquierda abertzale, o se ha omitido o se ha manipulado, con lo cual el receptor de los grandes medios españoles creo que no ha estado bien informado.

Es usted consciente de que el «adiós a las armas» que plantea el título del libro no es el final del conflicto. ¿Cuáles son, en su opinión, las prioridades de este momento?

He hecho periodismo informativo toda la vida y me ha dado mucho yuyu hacer periodismo de opinión; y mucho más, decir a nadie lo que tiene que hacer. Ahora, si me preguntas qué haría yo, te diría que no cambiaría las reglas del juego a cada paso que da la izquierda abertzale; es decir, no estaría exigiendo un paso nuevo sin valorar el paso que se acaba de dar. Ejemplo muy concreto: es mucho más importante el hecho tangible de que ETA lleve casi tres años sin atentar y que, además, ponga por escrito que no va a seguir atentando, que la foto simbólica de que entreguen las armas. ¿Por qué no valoramos que, finalmente, el derecho a la vida que tanto hemos reivindicado se ha impuesto?; valoremos los pasos que se han dado. La izquierda abertzale está dando pasos muy importantes y se le está pidiendo cada vez más sin valorar los pasos que están dando.

A diferencia de la mayoría de corresponsales que cubren la información política vasca, usted creyó que la izquierda abertzale iba en serio hace más de dos años y por eso empezó a escribir el libro...

Entiendo que la izquierda abertzale ha hecho un proceso que yo sitúo no en dos años sino en veinte. Yo arranco mi libro con la reflexión de Antxon después de Argel y de la caída de Bidart. Y eso es de hace veinte años. Por tanto, la reflexión en la izquierda abertzale viene de lejos. Lo que ha ocurrido en estos últimos dos años es que, por una serie de razones, ha puesto la quinta marcha, ha acelerado.

En Euskal Herria parece evidente que quienes apostaron por el proceso han capitalizado políticamente su cristalización. Sorprendentemente, en el Estado todos han renunciado a ello, ¿por qué?

Es evidente que la izquierda abertzale ha hecho su proceso; y yo diría que este proceso ha pillado a contrapié a España, a los principales partidos que tienen opciones de gobernar España: el PSOE y el PP. Por otra parte, hay que tener en cuenta que para el Estado español no tiene que ser fácil pasar de la policía y los tribunales al debate de las ideas; para ellos es un cambio muy gordo. Además, son perfectamente conscientes de que en Euskal Herria hay una posible mayoría sociopolítica que en un momento determinado puede ser independentista; y tendrán que pensar cómo van a gestionar desde la democracia ese posible foco secesionista. Eso también, evidentemente, puede hacer que ralentice los tiempos políticos, lo cual es perfectamente legítimo.

«El conflicto vasco es el problema más grave que tiene encima de la mesa Mariano Rajoy»

Si el PSOE no fue suficientemente audaz durante el proceso, ¿qué cabe esperar del PP?

Yo creo que, en su momento, no fueron audaces ni el PSOE ni la izquierda abertzale. Al PP, como a cualquier gobierno nuevo, hay que darle cien días de gracia, y quizás un poco más, porque este es el tema más delicado que tiene encima de la mesa; está el problema de la crisis económica, sí, pero este es un problema común a todos los gobiernos europeos. Desde una posición legítimamente constitucional, tener una idea de España y que haya una posible mayoría democrática que no tenga esa idea de España es políticamente complicado. Además, Rajoy tiene un partido que, como todas las grandes formaciones, tiene muchos registros: creo que él es un hombre de centro-derecha moderado y probablemente entraría en una derecha europea homologable, pero dentro de su propio partido también hay extrema derecha. De esa forma, tiene que gestionar no solamente hacia fuera, sino hacia su propia gente y su propio votante también. Además, tiene unos medios de comunicación afines que le sobrepasan por la derecha. Vamos, que tiene muchas presiones, que a Rajoy no le va a ser nada fácil gestionar el problema vasco.

Usted dijo, hace mucho tiempo ya, que Arnaldo Otegi podría ser lehendakari...

Sí, fuera de la izquierda abertzale, fui el primero que dije que Arnaldo Otegi podría ser lehendakari -Otegi, incluso, lo recogió en su facebook-. Hace mucho tiempo. Hubo gente que se lo tomó a broma, pero yo sigo creyendo en ello. La tremenda fuerza electoral de la izquierda abertzale es un hecho, y creo que todavía no ha tocado techo. Además, si presentan de candidato a Otegi, que es un hombre que tiene una gran capacidad de comunicación y un gran tirón, y al que, encima, le están haciendo la campaña de mandelización teniéndole injustamente en la cárcel, Arnaldo Otegi objetivamente puede ser lehendakari.

En este sentido, usted ha sido muy crítico con la encarcelación y la condena de Otegi. ¿Qué cree que ocurrirá con el caso denominado Bateragune? ¿Y con Sortu?

El Codigo Civil español es de 1889 y ha resistido todo ese tiempo sin tocar ni una coma; es un código civil muy bien hecho, habla de la interpretación de las leyes en función de sus momentos y de sus contextos históricos. Es evidente que en el momento y en el contexto histórico en el que estamos, que Arnaldo Otegi y el resto de encausados en el caso Bateragune, que son los que más han hecho por la paz, estén en la cárcel es una injusticia como mínimo; pero es peor que una injusticia, es ridículo. Entonces, quiero pensar que en esa dinámica de interpretación del código civil de 1889, en este nuevo tiempo y en esa interpretación de las leyes en función de su momento, Arnaldo Otegi y los demás estarán pronto en la calle y Sortu se va a legalizar. Es una disonancia que los bateragunes estén encarcelados y Sortu no sea legal. Si no fuera injusto sería ridículo. I. S. / M. M.

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