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Fede de los Ríos

Ya viene la vieja con el aguinaldo

El aguinaldo que la vieja nos trae son nuevas formas de control y disciplina en las relaciones laborales con las que engrasar la vieja maquinaria a fin de aumentar la tasa de ganancia de los que tienen

Los divisaron a lo lejos. En ellos, los más necios del reino, habían puesto sus esperanzas, pues con ellos llegaría la solución a los males. Pero lo que en el horizonte parecieran ser camellos, de cerca, mostráronse caballos, y los que a su grupa cabalgan no son magos ni orientales majestades, sino los nuevos jinetes del Apocalipsis.

«Dadas las dificultades que atraviesan empresas y ciudadanos, subir impuestos no es lo más razonable», Mariano dixit el pasado 19 de diciembre, día de su investidura como presidente del Gobierno español. Apenas dos semanas y el viernes 30 se volvió irracional: un decreto ley emitido por él aumenta el impuesto sobre las rentas del trabajo (IRPF), las de curritos como usted y como yo, sufrido lector. Lo han denominado, mira tú qué bien, «recargo temporal de solidaridad» y de la solidaridad temporal recargada se libran la Casa Real, la Iglesia católica, la Banca y la patronal. E ¿pur qué? preguntará algún despistado Mourinho. Muy fácil, queridos, ellos son los destinatarios de nuestra temporal y recargada solidaridad. A ellos va destinado nuestro pequeño aumento de sacrificio. «Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene» (Mat, cap. 25, vers. 14-30). ¿Aún hay alguien que no entienda la parábola de Jesús?

El gallego de barba zoqueta en ocasiones anteriores, incluso en el propio discurso de investidura, manifestó la enorme preocupación de él y de su partido por la temporalidad de los nuevos contratos de trabajo. A día de hoy, la nueva reforma laboral a él dictada por la CEOE y transcrita, en suaves caracteres, por sus amanuenses UGT y CCOO nos presenta el nuevo «contrato a tiempo parcial» como premio a salarios congelados por debajo del IPC pactados con Toxo y Cándido. El salario mínimo interprofesional también congelado en friolera cantidad de 641,40 euros. Otros lo denominarían de otras maneras malsonantes, ellos lo llaman «moderación salarial». Que no son tiempos de orgía y desenfreno, sino de recogimiento y oración que nos ayudarán a salir de la crisis. Crisis provocada porque, según dicen los expertos de las tertulias, hubo gentes que vivieron por encima de sus posibilidades y eso no está bien. Porque el que tiene posibles que viva como le plazca, y el que no los tenga que sobreviva como Dios manda. Da gusto ver, de nuevo, esas colas a la puerta de las iglesias para recibir alimentos terrenales. En breve, la demanda comprenderá, asimismo, alimento espiritual. Pues la crisis -dijo Ratzinger- no es tanto una crisis económica como de valores morales.

El aguinaldo que la vieja nos trae son nuevas formas de control y disciplina en las relaciones laborales con las que engrasar la vieja maquinaria a fin de aumentar la tasa de ganancia de los que tienen.

¿Cuántas mentiras soportarán nuestras esperanzas antes de diluirse en el vacío? ¿Cuánta violencia, en forma de leyes, seremos capaces de soportar los, cada vez más, desposeídos?

Sin Artemio Zarco, las mentiras construidas por los poseedores, resultarán más difíciles de desvelar.

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