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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Haciendo el ridículo con Gibraltar

Algunos españoles tienen todavía metido muy dentro la historia esa de que fueron un imperio donde nunca se ponía el sol y demás zarandajas de antaño, y claro, cuando la realidad les saca de la ensoñación imperial y les devuelve a su sitio, se ponen hechos un basilisco. Le pasa a Emilio Campmany, columnista habitual de «Libertaddigital», que en su última ficha saca el recurrente tema de Gibraltar. Su enfado parte de lo siguiente: «Un inglés ha dicho en Madrid que no volverán a negociar sobre la soberanía de Gibraltar a menos que se haga con el beneplácito del Gobierno gibraltareño. A la insolencia británica, García-Margallo ha contestado con contundencia que entonces nosotros exigiremos que a la mesa se siente también la Junta de Andalucía». ¿Se han dado cuenta de cómo utiliza la primera persona del plural?

Lo de «con contundencia» está claro que lo dice con sorna, porque luego añade que «a mí me parece muy bien que el Gobierno español adopte una posición de firmeza en el tema de Gibraltar, pero eso sólo hay una forma de hacerlo, que es cerrando la verja. Que la cierren y verán qué pronto sienten en Londres la necesidad irrefrenable de sentarse a negociar con quien esté en condiciones de reabrirla». Claro que sí, así es como hacen las cosas los españoles, a la brava... y así les va.

Pero Campmany no cree que el Gobierno de Rajoy, un seudoizquierdista para su gusto, siga ese camino. Y se revuelve: «Seamos serios. Si podemos arrostrar las consecuencias del cierre de la frontera, cerrémosla y negociemos desde una posición de fuerza, aunque creo que ni así seríamos capaces de conseguir que los británicos nos devolvieran el Peñón. Y si no tenemos arrestos para soportar las consecuencias de ese cierre, más vale que nos callemos y dejemos por el momento las cosas como están.». Como ven, para algunos «intelectuales» todo se limita a una cuestión de «arrestos».

Al final, el columnista de la página de centro liberal se pone trascendental: «Yo me conformaría con que dejáramos de hacer el ridículo, pero hasta eso creo que es pedir demasiado.». Pues parece que sí, porque algunos no paran de hacerlo cada vez que tienen oportunidad. Normal que los llanitos no los quieran ver ni en pintura.

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