El paro en Euskal Herria alcanza a 200.000 personas, 13.676 más que hace un mes lo que significa que cada día de enero han perdido su empleo 455 personas. Los drásticos recortes sociales se anuncian al unísono desde todos los ámbitos de poder. La reforma laboral se impone con la aquiescencia de sindicatos que pactan con la patronal la ruina de la clase trabajadora. La educación y la sanidad públicas se encuentran en la cuerda floja y la privatización es ya una política consolidada. El poder financiero administra la llamada crisis sistémica a su antojo y se cambia la Constitución para ayudarles en la tarea final de arrasar la independencia económica de los pueblos. Y por si fuera poco siempre existe alguien que repite la reaccionaria frase «es lo que hay». No, no «es lo que hay», es lo que el capital ordena que haya, que es muy diferente. En EH existe el patrimonio ideológico de una izquierda y un movimiento popular que sabe cómo oponerse a las mentiras del neoliberalismo. Usémoslo, aquí y ahora, para dar respuestas reales y cercanas, como pueblo y como clase, a los desmanes políticos y económicos que nos niegan esa condición. Un viejo conocido de la izquierda afirmó que la teoría y la acción deben unirse para dar eficacia a la lucha. Siguiendo esa verdad, esta columna se quedaría en pura retórica si no aclarase antes de acabarla por qué la escribo. Porque no me gusta el mundo que nos imponen y para contribuir a que las manifestaciones convocadas por la IA, Aralar, EA, Alternativa el sábado 11 de febrero y la del 25 por la mayoría sindical y movimientos populares demuestren que EH vive. La respuesta y la decisión están en nuestras manos.