Crónica | Polonia
Los «sin techo» de Varsovia se refugian en las canalizaciones
Stanislaw, de 58 años, se asoma por una de las bocas del conducto subterráneo de calefacción y tiende su fiambrera para que la Policía Municipal se la rellene con sopa antes de volver a bajar rápidamente a su improvisada morada bajo tierra, acondicionada en una estación del sistema urbano de calefacción en un suburbio de Varsovia.
Maja CZARNECKA AFP
En el exterior hace un frío siberiano. Las temperaturas nocturnas han descendido a -20 grados centígrados. A cinco metros de profundidad, en el gigantesco sótano por donde pasan los tubos de agua caliente, hay 20 grados sobre cero.
«No quiero ir a un centro de acogida. Bebo alcohol y allí está terminantemente prohibido», explica este hombre con barba y cabello blancos que lleva en la calle veinte años.
Los cinco habitantes de este refugio situado en la zona industrial cerca de la central térmica de Zeran, en el nordeste de Varsovia, todos ellos personas sin hogar desde hace muchos años, no se quejan.
«Aquí estamos bien, hace hasta demasiado calor», añade Zygmunt, de unos 40 años, en camiseta. «Debemos abrir las bocas de entrada para hacer circular el aire y no asfixiarnos», afirma.
Aseguran que tienen de todo, colchones, un área de cocina con una bombona de gas y un rincón para bañarse y lavar la ropa, aunque echas en falta tener agua fría. «Para ir al servicio, vamos al supermercado de al lado», agrega su compañero Bolek mientras se afeita.
Incluso aprovechan el calor acumulado en las tuberías para planchar su ropa.
En Varsovia viven miles de personas sin hogar, que ocupan edificios abandonados y casitas con jardín abierto. «Cuando se rondan los cero grados, vuelven a hacerlo. Este es el drama», dice Monika Golebiewska, policía municipal que a diario patrulla para repartir comida y ropa de abrigo.
La mayoría de los fallecidos en esta ola de frío son personas sin hogar.
«No se les puede convencer de que nos permitan llevarles a un albergue. Optaron por esa vida, quieren seguir siendo libres», añade Glolebiewski.
En esos centros no se permite beber y la puerta se cierra a las 21.00, y es por la noche cuando estas personas aprovechan para recoger latas vacías o chatarra de la basura.
La red de calefacción urbana de Varsovia SPEC, una de las mayores de Europa, con 1.700 kilómetros de tuberías, ha sido comprada por la francesa Dalkia, y Zygmunt se pregunta cuál será su futuro.