Resaca electoral en Rusia
La oposición rusa y Vladimir Putin, deseos y realidad
Analizados en anteriores artículos los resultados y los planes de Putin para su regreso al Kremlin, el autor desgrana la estrategia de la oposición para el nuevo tiempo que se abre en Rusia. Una estrategia que pasa oblogatoriamente por años de un duro trabajo de base.
Pablo GONZÁLEZ Periodista
Vladimir Putin se ha impuesto con rotundidad en las elecciones presidenciales rusas. La victoria la ha obtenido sin demasiados problemas en la primera vuelta, aunque no ha conseguido deshacerse de la sombra del fraude. El período electoral ha supuesto un punto de inflexión para la oposición. Con el parlamento formado y el nuevo presidente elegido, le ha llegado el momento para determinar el papel que va a desempeñar la a partir de ahora y qué metas aspira a conseguir.
Las demandas de la oposición son claras en líneas generales. Un sistema político más abierto en el que sea factible la creación y participación de partidos independientes. Con la creación de un nuevo sistema político será posible reformar el país para eliminar la concentración del poder en manos de unas pocas personas y con ello combatir la corrupción, redistribuir el gasto del Estado para aumentar el nivel de vida de las clases más desfavorecidas o crear más programas sociales y con todo ello poder crear una democracia según los estándares europeos occidentales. Es en el cómo y en cuánto tiempo se puede llegar a este resultado donde se abren diferentes alternativas.
El plan
El plan político de la oposición liberal fue enunciado en su día por uno de los principales enemigos políticos que ha tenido Putin desde que llegó al poder, Mijaíl Jodorkovski. Desde prisión, donde cumple una condena por impago de impuestos, el oligarca caido en desgracia resume en siete puntos las condiciones para vencer al Kremlin:
En primer lugar, evitar a toda costa cualquier escenario radical como tomar el poder a la fuerza, ya que ello desacreditaría la idea de la protesta. A ello le sigue no permitir ningún tipo de división dentro de la oposición, ya que precisamente éso es lo que desearía el Kremlin.
El plan postula «seguir, seguir y seguir» con las acciones masivas y pacíficas de protesta, que ya estarían dando sus frutos. Unido a este tercer punto estaría el mantenimiento de la presión sobre las autoridades para que todas las elecciones sean «limpias y sinceras», con lo que se podría forzar la formación de un gobierno de coalición.
Jodorkovski pide que la oposición se limite a crear dos o tres partidos políticos, ya que el Kremlin estimula la creación de decenas de partidos diminutos que siembran el caos y disuelven cualquier atisbo de sistema multipartidista.
En sexto lugar destaca el papel central de las regiones. Si se cumple la promesa del presidente saliente, Dimitri Medvedev, y Putin no da marcha atrás, en Rusia volverán a celebrarse las elecciones a gobernadores regionales. Ello permitiría a candidatos procedentes de partidos nuevos luchar por el poder.
Finalmente, insta al acercamiento o cooptación de miembros del equipo de Putin siempre que sean conscientes de la necesidad de reformas y que opinen que el presidente no siempre tiene razón. Y es que recuerda que así como los que ayudaron a la desaparición de la URSS se formaron dentro del Partido Comunista, es necesario utilizar el potencial reformista dentro del equipo de Putin.
Los deseos de la oposición
Incluso con el cumplimiento uno por uno de los puntos defendidos por el magnate caido en desgracia, está claro que las protestas actuales no podrán cambiar el escenario a corto plazo. Los opositores no tienen suficiente fuerza fuera de Moscú y son muy débiles en otras grandes ciudades. Sin embargo, creen tener las bases gracias a las cuales desarrollarse y prepararse para futuras acciones.
Para ello el primer requisito es su participacióne n as elecciones regionales. Ganando varias elecciones a gobernadores podría comenzar a sentar las bases para poder aspirar no solo a entrar sino incluso a controlar el Parlamento en las siguientes elecciones parlamentarias de 2016. Con esa hipotética victoria podría aspirar a cambiar la constitución para limitar el vasto poder actual del presidente.
Realidad
La oposición, independientemente de la fuerza de convocatoria que tenga actualmente, depende para la realización de sus planes de su mayor problema, Vladimir Putin. El presidente y su centralismo deberán mostrar una voluntad política, desconocida hasta el momento, para permitir, aunque sea parcialmente, la ejecución de sus planes.
La opción intermedia sería la creación de un gobierno que incluyera miembros discordantes con la política del Kremlin. El primer paso para ese proceso ya se ha dado con las declaraciones de Putin invitando a su oponente en la carrera por la presidencia Mijail Projorov a unirse a su gobierno ya que «es una persona seria, buena y con iniciativa, que podría ser necesaria en el gobierno».
El tiempo dirá hasta dónde llegarán los aires de cambio que está defendiendo el Kremlin. Si solo son movimientos para calmar a los opositores y sacarlos de la calle o si es el inicio de unas reformas necesarias para el futuro del país.
La oposición por su parte, afronta un futuro cargado de trabajo de base si quiere aspirar a tocar poder, siquiera a nivel regional y no digamos a escala de la Federación Rusa.