El enviado especial de la ONU para encontrar una solución a la crisis siria, el ex secretario general del organismo internacional Kofi Annan advirtió ayer en contra de la militarización del conflicto. Y defendió un acuerdo político, liderado por los sirios y propiedad de los sirios, como única solución al empeoramiento general. Annan fijó esa posición ante «halcones» como Arabia Saudí y Qatar reunidos en El Cairo, y partidarios de armar a gran escala a la oposición, de exacerbar la guerra civil y de convertir Siria en un campo de batalla de otras guerras de dimensión regional.

Hizo bien en transmitir ese mensaje de primera mano. La siniestra alianza que engloba a esas monarquías árabes feudales y a las potencias occidentales utiliza cínicamente el «cambio de régimen» en Siria para transformar Damasco en un aliado saudí y de EEUU contra Irán y Hezbollah, a un estado secular en un feudo islámico. A su vez, la corrupción de la familia Assad y su brutalidad son una realidad a desterrar. Por encima de toda jugada calculada por los «halcones» en el tablero regional, la clave está en priorizar la solución entre sirios y en abrir las puertas a la paz y la libertad para todos.