La pista negra de la estación de esquí de St. Francois-Longchamps (Alpes franceses) permanecía cerrada en previsión de posibles aludes. Eran las tres y media de la tarde del pasado viernes, 2 de marzo; un día en el que los termómetros marcaban temperaturas superiores a las habituales para esta época del año. En este escenario, una gran avalancha, similar a una colada de lava de 500 m de longitud y 8 m de espesor, comenzó a deslizarse tan lentamente ladera abajo que en principio no se consideró una amenaza. Sin embargo, en su caída llegó a alcanzar la base de un remonte, arrastró algunos de sus asientos y soportes, e hizo que tuvieran que ser rescatados de sus sillas hasta setenta esquiadores. Alguno de los presentes cuenta que se sintió como al borde del mar al percibir la llegada de aquella gran ola blanca.

Un desprendimiento de nieve de estas características es lo que se conoce como un alud de fusión: la caída por las laderas de las montañas de una parte de manto nivoso que por un aumento de las temperaturas o de la humedad (precipitaciones) se ha vuelto más pesado y ha perdido su cohesión interna. Un fenómeno que puede alcanzar velocidades de hasta 60 k/h y que, en ocasiones, llega a arrastrar parte del suelo, de la vegetación o de las rocas que encuentra a su paso. Es típico de la primavera, aunque podría sorprendernos también en invierno si los termómetros indican valores en ascenso.

En principio, por ser más lentos en su desprendimiento y velocidad de caída, los aludes de fusión no están considerados tan peligrosos como los de placa o los de nieve en polvo. Sin embargo, si nos atrapara, las posibilidades de sobrevivir serían pequeñas debido a que la nieve se compacta y endurece rápidamente al cesar el movimiento. Para minimizar el riesgo en una salida «invernal de primavera» los expertos recomiendan madrugar -es clave la planificación horaria-, evitar las travesías en solitario, vigilar las zonas de acumulación, ir equipado adecuadamente (ARVA, sonda y pala)..., y no minimizar la previsión de un riesgo de aludes bajo ya que factores como la orientación de las laderas o nuestro propio horario podrían depararnos auténticas sorpresas.