El retrato insólito de unos espías comunistas de la revolución sandinista
El director, realizador, productor... cineasta como él mismo se reconoce, Ángel Amigo estrena su último trabajo, «El otro lado del espejo. En la guerra secreta de Nicaragua», un documental que llega hoy a las salas de cine. Antiguos espías nicaragüenses, cubanos y miembros del KGB cuentan en primera persona cómo vivieron y sintieron la revolución sandinista y la posterior guerra contra los antirrevolucionarios argentinos o estadounidenses.
Maddalen LARRINAGA | DONOSTIA
Lenín Cerna, Fabián Escalante, Nikolái Leonov, Juan José Úbeda, Edén Pastora, Boris Kolomiakov y Vicente Chávez tienen un aspecto común, no llevan traje, ni tienen seudónimos. Al contrario de la imagen habitual que da el cine sobre los espías, estos siete hombres pasan sus días como el resto de los mortales, pero esconden muchos recuerdos históricamente claves. Fueron miembros de diferentes agencias de inteligencia durante la época de la Guerra Fría, cuando los sandinistas revolucionaron Nicaragua y todas las miradas se posaron en Centroamérica.
«El otro lado del espejo» es un documental que se adentra en la memoria de estos agentes. El proyecto surgió casi por casualidad, a raíz del rodaje de «El cazador de dragones», una historia dirigida por Patxi Barco y escrita y producida por Ángel Amigo sobre un militante de ETA político-militar que viajó a Latinoamérica para enrolarse en las luchas internacionalistas nicaragüense y salvadoreña. «Tengo bastante relación con Cuba y aproveché los viajes para ir documentándome, pidiendo contactos. El primero que surgió fue el del general Fabián Escalante. Me empezó a contar historias, me pasó otros contactos para ampliar la documentación y finalmente, al cabo de prácticamente tres años de idas y venidas, salió el documental», explica Ángel Amigo, productor de una larga carrera y que también ha dirigido documentales como «¿Quién mató a Pertur?», un documental que subraya la posible autoría de neofascistas italianos en la desaparición en 1976 del dirigente de ETA p-m Eduardo Moreno Bergaretxe.
A través de Escalante, general retirado y exjefe de los servicios secretos cubanos, se puso en contacto con Edén Pastora, el «Comandante Cero» de la Revolución que acabó apartándose del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y fundando la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE). Lenín Cerna, Juan José Úbeda y Vicente Chávez son antiguos responsables de los servicios de inteligencia nicaragüenses, y el general y luego político Nikolai Leonov y el coronel retirado Boris Kolomikov son dos exmiembros de la KGB.
El objetivo de la cinta no era otro que mostrar que, por muy espías que fueran, estos siete hombres seguían siendo personas de carne y hueso, con sus obsesiones y traumas. «Es un documental donde se les deja hablar. Dan la versión de lo que vivieron. Son personajes de alta responsabilidad, desconocidos en todos los aspectos». El objetivo no era contar detalles de hitos históricos -y por eso no aparece ningún miembro de la CIA o los contrarrevolucionarios argentinos, por ejemplo-, sino mostrar cómo vivieron el conflicto desde sus responsabilidades. «La idea es que hablen, que se despachen a gusto», explica Amigo.
De ingeniero a espía
«El otro lado del espejo» muestra que detrás de unas decisiones, muchas veces «tremendas», hay personas normales a quienes esos actos les han dejado marcados. «Puede decirse que han sido buenos militantes pero que, en el fondo, les hubiera gustado llevar otra vida. Seguramente sienten satisfacción por el papel que desarrollaron, que lo muestran, y a la vez una frustración por no haber sido músico o ingeniero...». Y es que ninguno de ellos quiso ser miembro de una agencia de inteligencia. Eran hombres que querían ser abogados, ingenieros, marinos...
De hecho, Vicente Chávez cuenta que una de las razones por las que llevó a cabo la revolución sandinista fue la existencia de la Inteligencia de Somoza, y cómo, paradógicamente, terminó siendo espía en contra de sus ideas. En sus relatos, Cerna confiesa que, entre misión y misión, se relajaba leyendo las historietas de Mortadelo y Filemón, Chávez tocando la batería...
Durante aquellas largas conversaciones, Nikolái Leonov contó cómo fue su encuentro con Lee Harvey Oswald, autor de la muerte del presidente John F. Kennedy, durante una guardia en la embajada de la URSS en México. Según Leonov, Oswald pidió un visado para la URSS, dos días antes del asesinato. Lo vió inestable y no cree que él fuera el tirador de Dallas. Tampoco lo fue Fabián Escalante, aunque Estados Unidos sacara amplia documentación afirmando lo contrario. «Yo sabía que lo nombraron el segundo tirador de Dallas, me lo comentó un agente de la CIA a quien había entrevistado», comenta Amigo.
Lenín Cerna también cuenta el papel que tuvo el Estado español en Nicaragua. Y es que el CESID tenía una antena instalada en la embajada para controlar quién se relacionaba con los revolucionarios sandinistas, ya que muchos militantes de ETA estaban integrados en sus filas. Y cómo el Gobierno español recurrió a ellos en cuestiones como el secuestro de Miguel Ángel Blanco, o cómo facilitaron desde su lado las gestiones para las conversaciones de Argel. «He abierto una tapita que véte a saber lo que hay debajo. Seguiré trabajando el tema com calma, no tengo urgencia».
M. L.