Kofi Annan, que visitará mañana Damasco como enviado de la ONU y la Liga Árabe, llegó ayer a El Cairo, donde se reunión con el líder de esta organización, Nabil al-Arabi, e insistió en que «una mayor militarización va a empeorar la situación». «Debemos tener cuidado de no recurrir a un remedio que es peor que la enfermedad» dijo Annan.

El ex secretario general de Naciones Unidas advirtió del «posible impacto de Siria en la región si había algún error de cálculo», subrayando que los esfuerzos diplomáticos deben continuar.

También hizo un llamamiento «a la oposición de Siria a venir a trabajar con nosotros para encontrar una solución que satisfaga las aspiraciones del pueblo sirio».

«Vamos a hacer todo lo posible para acabar con las hostilidades y detener las masacres y la violencia», agregó Annan. «Pero la solución definitiva se encuentra en una solución política», agregó.

Kofi Annan, también mantuvo conversaciones con el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Mohamed Amr, quien coincidió con su invitado en que un «explosión» de la situación en Siria «no sólo tendría consecuencias internas, sino que se extendería toda la región».

Amr advirtió el miércoles de una guerra civil si se suministraban armas a la oposición, como reclaman Qatar y Arabia Saudí. Annan destacó que cuenta con el apoyo de toda la comunidad internacional para llevar a cabo su misión y resaltó que existe un consenso sobre que la necesidad de que solo haya un único proceso de mediación. Por su parte, el enviado especial de China en Siria, Li Huaxin, ofreció la mediación de China en cualquier proceso de diálogo entre el Gobierno y la oposición que esté promovido por la ONU y por la Liga Arabe. A la vez, pidió al Gobierno de Bashar al Assad y a «otras partes implicadas» que pongan fin inmediatamente a la violencia y que colaboren con Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja en la mejora de la situación humanitaria.

Rusia mantiene su postura

Por su parte, el presidente electo ruso, Vladimir Putin, subrayó que la postura rusa sobre Siria e Irán forman parte de una decisión adoptada al más alto nivel del Estado y no va a cambiar tras las elecciones como podrían esperar en Occidente.

Además, el embajador ruso en la ONU, Vitali Churkin, acusó al Gobierno libio de acoger un campo de entrenamiento, con apoyo de las autoridades, para los rebeldes sirios que combaten a las fuerzas leales a Al Assad. El primer ministro libio, Abdel Rahim al-Kib, dijo no estar al corriente de estas actividades. Otro diplomático ruso en la ONU, Mijail Lebedev, añadió a estas acusaciones que el Gobierno sirio se enfrenta a 15.000 combatientes foráneos vinculados a Al Qaeda, que se harían con el control de todas las ciudades sirias si el Ejército se retirase. Lebedev aseguró que estos grupos ya habían atacado grandes infraestructuras, «incluidas escuelas y hospitales».

Por su parte, las fuerzas de seguridad sirias afirmaron que en una operación en el barrio de Bab Amro en la localidad de Homs habían acabado con la detención de 700 hombres armados, entre ellos ciudadanos de países del Golfo, Irak, Líbano, Qatar, Afganistán, Turquía y Estado francés.

En la operación se habrían incautado además de armas de fabricación estadounidense, europea e israelí, y se habría revelado que el Mossad y la CIA, respectivamente, han establecido una oficina de coordinación en Qatar con agentes de inteligencia estadounidenses, franceses y de países del Golfo -específicamente de Qatar y Arabia Saudí-, así como miembros del Consejo Nacional Sirio».