EL ATHLETIC EN MANCHESTER
¡Que bote, que bote, que bote Manchester!
Histórico. Manchester, save the lions... ¡Carajo! El Athletic de Bielsa se merendó a todo un Manchester United, logró una victoria legendaria desde ya, hizo botar hasta tres veces Old Trafford, el teatro donde los sueños se cumplen. Enorme partido de los rojiblancos que pudieron haber sentenciado, pero que con ese hambre y con San Mamés entregado, nadie duda de que solo será una agonía para los red devils.
MANCHESTER UNITED 2
ATHLETIC 3
Joseba VIVANCO
No, no vinieron a figurar. Vinieron a ganar, porque este Athletic solo sabe jugar a eso. Desde el mismo momento en el que el túnel de Múnich -bautizado así en recuerdo del trágico accidente aéreo de 1958-, escupió a ambos equipos al césped, se palpaba un partido grande, un partido enorme, un clásico europeo que solo se había disputado una vez. Y no defraudó. El de ayer quedará grabado en la memoria de la historia rojiblanca como fue un día aquel 1-7 en Lieja, o aquella `batalla de Liverpool', o el mismísimo 5-3 del Athletic a los red devils de hace 55 años o tantas y tantas grandes tardes y noches. Legendario, brutal.
«Jo ta ke, irabazi arte!», tronaba Old Trafford en el arranque del partido. Las calles de la capital bilbaina, de Bizkaia entera estaban vacías a la hora del encuentro; todos estaban en Old Trafford. Un aliento que los leones de Bielsa lo notaron en el mismo cogote y al minuto de juego teníamos ante nosotros un Athletic reconocible, sin miedo escénico, sin dudas, sin nervios... con hambre.
Avisó el `Matusalem' Giggs y cortó San José, disparó Llorente ¡fuera! cerca del poste de De Gea desde la frontal. Avisaba el United, avisaba el Athletic. Ferguson, sentado; Bielsa, como el perro atado con cadena a la caseta, que va y viene, con los pasos contados. Sus jugadores dominaban el balón, combinaban, mandaban, quizá en Manchester, en Europa, sorprendía, pero no entre la afición rojiblanca.
Los red devils aguantaban atrás, con diez si hacía falta, y salían como lo que son, diablos. Y cuando los bilbainos arrancaban desde atrás, ellos presionaban. Llorente, arriba, se llevaba todos los balones de cara. El ritmo era de vértigo, de partido grande, enorme. De ataque a ataque y tiro porque me toca.
No agarró un balón largo Iker en los morros de De Gea, enviado por Javi Martínez. Chicharito disparó flojo a las manos de Iraizoz. Más clara fue la ocasión de un inquieto Susaeta, que malograba un chut desde la frontal. Era el minuto veinte de un gran choque y las casi 8.000 gargantes rojiblancas entonaban el «¡Que bote San Mamés!» Pero se ahogaron justo en el minuto 22 cuando con muy poco, con nada, con un soplo, Giggs la lió, el mexicano hizo un recorte de escándalo y Rooney, siempre Rooney, metió a la red el despeje de Iraizoz. Este es el Manchester United. Esto es Europa.
Reaccionó el Athletic como solo sabe, yendo a por el partido, del minuto uno al noventa, y también en el 23. Javi Martínez adelantó metros, casi hasta su línea de tres cuartos. Disparó Iraola y rechazó De Gea; remató Llorente alto de cabeza; la tuvo increíble Susaeta en una vaselina, solo ante el excolchonero, y le salió desviada; ocasión de nuevo de Iraola tras jugadón del equipo y De Gea la sacó... ¡Y llegó el gol, golaaaazo! Muniain arranca desde banda izquierda, Llorente pivota el balón sobre la frontal, Iraola amaga y pasa a la derecha a Susa, que en su enésima asistencia, la pone en la `almandra' de quién, de Fernando Llorente, para que empate y haga su gol número 11 en Europa, empatando con el gran Dani Ruiz. Justicia, éxtasis, delirio.
¡Qué salida del vestuario!
La llamada al vestuario dio aire a los ingleses, mientras Bielsa limaba las uñas a sus leones. ¡Porque cómo salieron! Al minuto de la reanudación, De Marcos tiraba alto, con cinco rojiblancos en el área red. Tres minutos después, Muniain hacía estirarse a De Gea. Dos más tarde, Llorente la mandaba ¡fuera! con todo para él. Al minuto, paradón de De Gea a chutazo de nuevo del `9'. El United estaba KO y el Athletic no remataba la faena. Cuatro tiros para los locales, once para los visitantes.
Logró sacudirse la presión el Manchester, pero fue un espejismo. El Athletic estaba lanzado. ¡Qué hambre! Y Muniain, tras una pared del `dúo Cola-Cao' con Herrera, casi le da un bocado solo ante el portero madrileño, que la sacó con el pie. Fue un aviso, porque en el 71, solo cuatro después, nueva jugada de toque y gambeta de los de Bielsa, delicatessen de Herrera, made in Iniesta o Xavi, por encima de la defensa, y De Marcos -en fuera de juego, sí- ponía ventaja en el marcador. ¡Que bote, que bote San Mamés!
El Manchester United se veía impotente ante un equipo sobre el que Ferguson ya sabía cómo juega, pero no cómo jugarle. Y por si fuera poco, salió Toquero en el minuto 80 y Old Trafford se vino abajo. A esas alturas de encuentro la posesión era de 36-64%, casi idéntica a la de la primera mitad. El Athletic no había perdido el timón del partido y del balón en ningún momento. Y fue entonces, cuando uno no sabía si que el partido se acabara o si continuara, cuando el orgasmo fue completo. Latigazo de De Marcos desde lejos, De Gea rechaza en corto y allí, Muniain, se doctoraba en Old Trafford elevando la pelota hasta la red. Era el minuto 89. ¿Frotarse los ojos? No. Lo diría en sala de prensa el propio Alex Ferguson: «No es el peor resultado. Nuestro portero ha hecho cuatro o cinco paradones».
La eliminatoria estaba casi encarrilada, necesitaban al menos un 0-3 en la vuelta, pero el gen ganador del United salió a relucir y una mano absurda de De Marcos posibilitaron que sigan con vida para el partido de vuelta en La Catedral. El gol de Wayne Rooney desde los once metros no menguó, en cambio, una victoria histórica que público y jugadores celebraron tras el pitido final. Un triunfo que se recordará. «Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios», dijo Mario Benedetti. No Mario, Dios existe porque existe el Athletic.
Primer acto en el `Teatro de los Sueños'. Pero el telón no se ha echado. Falta un segundo. Será en La Catedral. Y es difícil imaginar lo que será. Bendito deporte. Bendita locura.