Ramon Sola

El Manu no es uno de los equipos que más camisetas vende del mundo solo por su juego. Detrás hay mucha leyenda, con un denominador común mantenido año a año y década a década: no rendirse nunca. Es la leyenda del club que sobrevivió a la tragedia aérea de Munich en los 50 y los 60, el que despuntó en los 70 y 80 con un Ferguson empeñado en «arrebatar su jodida corona» al Liverpool, el que en los 90 robó una Copa de Europa a todo un Bayern de Munich con dos goles en el descuento, y el que ha sumado y seguido remontadas y éxitos desde entonces, el capaz por ejemplo de levantar un 3-0 al Chelsea en Stamford Bridge hace unas pocas semanas.

El peso de esa camiseta hacía que ayer nadie acudiera a San Mamés pensando que la eliminatoria estaba decantada. Tampoco Ferguson, que sabe mucho por viejo, por diablo y hasta por sir. Pero la declaración de intenciones con que el escocés desplegó a su equipo en Bilbo dejaba claro que el Athletic le comió la tostada en Old Trafford. Chicharito se quedó en el banco probablemente porque sir Alex sabía que el ManU no encontraría posesión suficiente para rentabilizar la capacidad de remate del mexicano. El ManU se la jugó a acertar en transiciones rápidas aprovechando a flechas como Cleverley y Young, sabedor como era de que los de Bielsa no iban a renunciar al esférico bajo ningún concepto. En otras palabras, vestido de equipo pequeño, o menor al menos que el Athletic.

Dio igual. En esta eliminatoria los bilbainos han estado por encima de los ingleses en todas las formas de juego que se les han propuesto. Con Bielsa el cuero es irrenunciable como materia prima de este juego, pero cuando el Manchester dio un par de sustos y tocó taparse un poco más, el Athletic demostró ser más solvente también que el Manchester jugando a lo suyo. Lo demostró el balón largo de Amorebieta que envió a las redes Llorente, y toda la catarata posterior de contraataques que puso San Mamés en ebullición continua de ahí al minuto 90.

Como había ocurrido hace una semana, el Athletic tocó mejor. Pero ayer, además, defendió con más contundencia, fue más solidario en las coberturas, tuvo más imaginación para hallar huecos y más calidad en el último pase. Solo en la hora del remate, eso que sí se compra con dinero, el todopoderoso Manchester pareció algo más; a Rooney se le vio el gol desde que se dio la vuelta y armó la pierna.

Lo relevante de esta eliminatoria ni siquiera ha sido la clasificación, ha sido la forma. Es que el Athletic haya logrado amansar de esa forma a un United siempre indomable. Es que haya quedado muy en evidencia que el equipo de Ferguson no tiene un medio centro de fantasía como Ander Herrera; que De Marcos es una versión más duracel aún del correcaminos Park; que Llorente podría competir sin duda con los mejores arietes clásicos del United; que hoy por hoy Javi Martínez es mejor central que Rio Ferdinand.

No era este un ManU menor ni viejo, era un Athletic mayor y eso sí, todavía muy joven.