Paso varias horas al día frente al electrodoméstico esencial con ánimo de lucro. Hace tres décadas en las que mirar a ese rectángulo que habla y me ofrece imágenes en movimiento forma parte de una rutina laboral, de una forma de escudriñar unos contenidos que me insuflen inspiración para que esta columna se convierta en una cita diaria con unos miles de seres que se sienten cómplices o agraviados con lo que se expresa.

Es una labor residual, subordinada, que con mucha prepotencia se convierte en una sombra de dudas, un análisis parcial e invertebrado de horas y horas de producción, elaboración, de todos y cada uno de los espacios que ocupan la señal de todas las cadenas y todos los canales. En cada segundo emitido, existe por detrás el esfuerzo, la ilusión, la profesionalidad de decenas, cientos o miles de trabajadores, directivos y hasta respon- sables financieros y políticos. Todo lo que podemos recibir en nuestro salón de estar está pensado, estructurado, ordenado, colocado bajo una idea general, una búsqueda mercantil, una necesidad de comunicar. Existen datos objetivos, tensiones creativas, vulgares ordenamientos funcionariales, estrategias de producción, tácticas publicitarias, proyecciones artísticas, sociales, políticas.

Es una industria, un fenómeno social, un negocio, un entretenimiento, una compañía, una asistencia social espontánea, un placebo contra la soledad y una fuente de información general, universal, en demasiadas ocasiones, la única fuente. Es la televisión un lugar común, un invento, una entelequia, física, química, electroestática, informática que se nos hace realidad en forma de electrodoméstico que vierte demasiados mensajes y a veces, confieso, la tratamos con unas pocas procacidades, unos tics despectivos, una gestualidad excesiva, cuando merecería una atención mucho más rigurosa, probablemente mucho más severa. ¿Quién será el primero que apagará el televisor para acabar con el sistema? ¿No será el momento de cambiar de modelo televisivo, de darle el valor revolucionario que lleva incubado en su propia existencia y capacidad de llegar a las masas? Demasiados días con pertinaz lluvia primaveral.