Xabier Silveira | Bertsolari
Perder el norte
No somos un país que a nivel estratégico podamos menospreciar a nadie y menos a uno que reconoce las diferentes naciones de la península Ibérica. Puede que algún día nos eche una mano
Recuerdo a regañasueños una etapa ciclista que si no era del Giro sería del Tour o puede que un campeonato del mundo en ruta. Por cierto ¿sabe alguien que ya ha empezado el Giro 2012? Como el Athletic no lo disputa puede que aún no lo sepáis. Pero sigamos con aquella etapa retransmitida por la 2 de TVE y en la que es cabeza de carrera un grupo de unos cuatro o cinco corredores entre los cuales uno, y exclusivamente uno, se lleva todo el protagonismo de lo que el locutor retransmite. Es español. Los dos lo son, el locutor y el ciclista. Creo que era Heras pero no lo sé con seguridad, Google no me lo sabe decir. Lo que sí era, sin duda, al igual que el comentarista, era español.
Pues bien, desciende el grupo cabecero el último puerto de montaña camino a meta, y claro, no podía ser de otro modo, dice el locutor que el ciclista español va a ganar. De calle. Está claro. Las condiciones climatológicas ayudan, la llegada es ideal, él es el más rápido... y faltando poco, casi nada, al llegar a un estrecho puente se mete una hostia que sale despedido de la bicicleta y va a parar al río. Lo recuerdo a regañasueños, pero no difiere en mucho este relato de lo que aquel día vi con estos ojitos. ¡Lo había tirado él! ¡El locutor, fijo! Tanto ganar seguro y tanto olvidar hasta ningunear a los rivales es lo que tiene, que es el camino más corto al fracaso. Y bien que yo lo sé. Y bien que ahora todos lo sabemos.
Preludio de lo que nos espera con «La Roja» en la Eurocopa -si ganan me corto las venas- y al más estilo español, esta semana pasada y la anterior, han sido una pasada. Demasiado. Como pa'cagarme en la virgen otras veinticinco veces. ¡Cansinos!
Y tras estos días obligados a ser del Athletic por radio, televisión y prensa escrita, sin maldad ninguna y porque si no lo hago reviento, detengámonos en el último Zazpika. Treinta y siete páginas. El petrolor de Josu Jon Imaz en portada y en el centro y como colofón final críticas futbolísticas en torno a la final de Champions de las que solo una revista dispuesta a encargarme un reportaje a mí puede ser capaz de hacer. De cero, vaya. ¿Que por qué? Por decir de José Mourinho que pierde el norte y el sur. ¿Perder el norte? No pocos jugadores profesionales de ajedrez sueñan con poder hacer sobre un tablero lo que él es capaz de hacer en la vida real.
Es el estratega por antonomasia, Kramnic, Karpov y Kasparov, las tres `K's en uno; lo dijo Guardiola: «Aquí -haciendo referencia a las salas de prensa- es el puto amo». Y los resultados de sus equipos, vaya donde vaya, dicen otro tanto de lo relativo al césped. No somos un país que a nivel estratégico podamos menospreciar a nadie y menos a uno que reconoce las diferentes naciones de la península Ibérica. Puede que algún día nos eche una mano. Aunque apostaría a que él, en caso de estar en una etapa crucial de la guerra de independencia, habría utilizado el escaparate internacional que supone una final de Europa League para algo más que ganar una copa. Nosotros en cambio... En lugar de copa, medalla.