Paolo Tiralongo (Astana) se impuso en la séptima etapa del Giro de Italia, la primera con final en alto tras un recorrido de 205 kilómetros entre Recanati y Rocca di Cambio, tras superar a Michele Scarponi (Lampre) en los últimos metros. Los dos italianos fueron los hombres más fuertes en el grupo de favoritos, mientras que el liderato fue para Ryder Hesjedal (Garmin), que cruzó la meta en quinto lugar a cinco segundos del ganador y se convirtió en el primer canadiense que viste la maglia rosa.

Lo de Tiralongo no deja de ser curioso. Nacido en Avola hace 34 años, ha dedicado toda su carrera a las labores de gregario tras debutar en profesionales en el año 2000 con el Fassa Bortolo y militar después en el Panaria, el Lampre y el Astana, su actual equipo. De hecho, la única victoria de su palmarés la logró en el Giro del año pasado, cuando Alberto Contador -para el que trabajó en el equipo kazajo un año antes- le «dejó» ganar la 19ª etapa con final en Macugnana.

Pero lo de ayer fue muy diferente, porque Tiralongo fue el único capaz de aguantar el fuerte ataque de Scarponi, uno de los grandes favoritos para la victoria final, en los últimos metros de la subida a Rocca Di Cambio. Por detrás entraron Frank Schleck (RadioShack) y Joaquim Rodríguez (Katusha), a tres segundos, y un Ryder Hesjedal que recupera la maglia rosa para el conjunto Garmin, gran dominador de la general.

Entre los vascos, los mejores clasificados fueron Mikel Nieve y Beñat Intxausti, noveno y duodécimo respectivamente, ambos a once segundos del vencedor. Los dos demostraron ayer que llegan a la ronda italiana en un buen estado de forma y que aspiran a estar junto a los mejores en las etapas de montaña, aunque al corredor naranja le puede lastrar el tiempo perdido hasta ahora. También fue destacable el trabajo de Juanma Garate, que estuvo en todo momento al lado de los mejores y que fue el mejor clasificado de un equipazo como el Rabobank.

Puerto largo pero suave

El guion de la etapa respondió a lo habitual en las jornadas de media montaña en carreras de tres semanas, con una escapada de cuatro corredores que se formó nada más tomar la salida. El japonés Fumiyuki Beppu (GreenEdge), el suizo Reto Hollenstein (NetApp) y los italianos Mateo Rabottini (Farnese) y Mirko Selvaggi (Vacansoleil) tuvieron hasta nueve minutos de ventaja sobre un pelotón comandado por el Lampre, equipo del fugaz líder Adriano Malori.

Y es que Malori se descolgó del pelotón en las primeras rampas de la ascensión final, despidiéndose del liderato y abriendo la veda a sus oponentes. Fueron Stefano Pirazzi (Colnago) y José Herrada (Movistar) los que alcanzaron, y luego descolgaron, a Rabottini, el último superviviente de la fuga, a unos nueve kms. de meta. Por detrás, los intentos de un Androni muy activo, con Sella, Rujano y Ochoa encadenando ataques, no tuvieron éxito en una ascensión sin grandes pendientes.

Pero en el último kilómetro, con rampas de hasta el 10% de desnivel, el Lampre jugó sus cartas muy bien, con el polaco Przemyslaw Niemiec poniendo un ritmo altísimo para que Scarponi rematara la faena después. El objetivo de sacar unos segundos a sus grandes rivales le salió bien, pero Tiralongo evitó que levantara los brazos en la meta.

La octava etapa que se disputa hoy, con 229 kilómetros entre Sulmona y Lago Laceno, también acaba en alto, en un puerto de segunda categoría, y puede ser propicia para que los favoritos sigan comprobando cómo se encuentran de fuerzas sus rivales. El Giro no se va a ganar en estas etapas, eso está claro, pero alguno sí lo puede perder.