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Fallece el técnico cántabro a causa de un infarto

El bondadoso corazón de Preciado dejó de sufrir

Su imagen de gran luchador quedará grabada para siempre en la memoria de los aficionados al fútbol.

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Imanol CARRILLO

Solo él sabía lo que sintió al perder a una esposa víctima de un cáncer, a un hijo a causa de un accidente de tráfico y a un padre. Ahora es el mundo del fútbol quien llora la pérdida de un técnico carismático, entregado a su trabajo y, sobre todo, según todos los que lo conocían, de una excelente persona.

«La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la segunda opción», declaró en su día Manolo Preciado. Después de tanto esfuerzo por seguir disfrutando de la vida, del fútbol, tuvo que ser un infarto lo que obligó a su corazón a detenerse a los 54 años. Sucedió la noche del miércoles, mientras disfrutaba de unas vacaciones tras haber firmado ese mismo día su nuevo contrato para dirigir al Villarreal.

Las reacciones no se hicieron esperar en el entorno futbolístico tras el fallecimiento del hombre que en más de una ocasión había declarado que le hubiese encantado entrenar al Athletic.

Entre las muestras de cariño, destacaban las del expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, «un amigo» de Manolo Preciado. Sus declaraciones definían la personalidad del malogrado técnico: «Al hombre que era todo corazón, curiosamente el corazón se lo ha llevado».

Gol al Athletic y cinco ascensos

Gran parte de la vida de Preciado ha estado ligada al fútbol. Como jugador, militó en equipos como Racing, Linares, Mallorca o Alavés. Quizás no logró la fama y el éxito que a cualquier futbolista le gustaría, pero siempre quedará en los anales de la historia aquel único gol que anotó en Primera División. Curiosamente, se lo marcó al Athletic el 18 abril 1982, con el Racing en San Mamés (4-1).

Fue como entrenador cuando más triunfos cosechó. Logró hasta cinco ascensos desde que cambió de oficio allá por la temporada 1995-96, cuando se hizo cargo de la Gimnástica de Torrelavega. En su debut, consiguió ascender al equipo de Tercera División a Segunda B. Y repitió éxito una campaña después, esta vez ascendiendo al filial del Racing a la división de bronce.

Después de tres años sin entrenar a ningún equipo, Preciado regresó al Racing B, aunque no pudo evitar el descenso a Tercera. Eso sí, al año siguiente logró que subiera de nuevo. Ello le valió para tomar el mando del primer equipo cántabro hasta la llegada de Dmitry Piterman.

En ese momento, el técnico tuvo que abandonar su tierra para recalar en el Levante, con quien logró su primer ascenso a Primera División -el cuarto de su carrera-. Tras su paso sin éxito por el Murcia y de nuevo el Racing, firmó con el Sporting.

Con los asturianos, el técnico firmó otro ascenso a Primera y dejó una gran huella en las cinco temporadas que pasó allí.

Lo que no consiguió en vida, lo logrará ahora, al ser nombrado «hijo predilecto» de Astillero, su pueblo natal. Aunque hay quien cree que, cerca de allí, en Gijón, no volverá a salir el sol.

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