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Un encierro accidentado

Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

El rodaje en Iruñea de la película india «Sólo se vive una vez» sigue trayendo cola, dos años después. Mientras en su país ha sido un taquillazo, corroborado con once de los premios que anualmente concede la industria de Bollywood, en las calles del recorrido del encierro la alegría no es la misma. Algunos de los vecinos que participaron como extras o figurantes dicen haber salido perdiendo dinero, a la vez que ven su buena voluntad traicionada.

Se habla de reclamaciones a la Seguridad Social y a la Film Commission, sobre todo por parte de jubilados que se sienten perjudicados. Les pagaron sesenta euros por asomarse a sus balcones con el atuendo sanferminero, cantidad simbólica que no cubre la dedicación de dos jornadas enteras, atentos a la voz que por megafonía les indicaba el momento preciso en que debían ocupar su puesto ante las cámaras estratégicamente situadas.

Todo deriva al parecer de que la productora Kanzaman les dió de alta como si hubieran cotizado quince días, dentro del epígrafe de artistas. Y ahora les quieren descontar a los pensionistas parte de la paga correspondiente a aquel mes de julio del 2010. Son cantidades elevadas en proporción a unas pensiones que no suben mucho más de los quinientos euros de media.

No está el demográfico de la gente mayor como para aguantar más recortes y penalizaciones económicas sin sentido. Y luego dirán que los abuelos no van al cine, que no salen de casa. Si el asomarse al balcón se va a convertir en una actividad de riesgo para ellos, tendrán que acabar viendo el encierro por televisión, y eso, perdonden que les diga, no es vida.

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