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Fede de los Ríos

Empobrecido de mí

Mi amigo Isidro, trabajador público, me lo explicó estoicamente: «¿No hay paga de Navidad? ¡Un problema menos, el de los regalos de los niños!»

Ayer en Iruñea eran miles las gargantas de asalariados que entonaban el «Pobre de mí» y nunca proposición alguna, tan breve como concisa, pudo encerrar tanta verdad. Más pobres que ayer pero menos que mañana. Algunos ya lo son de solemnidad. Y ello, gracias al gobierno y a los señores y señoras diputados del Parlamento español. Cómo disfrutaban sus señorías aprobando cada uno de los recortes a aplicar sobre quienes les votan.

Mientras Rajoy, desde la tribuna, oficiaba de niño de San Ildefonso: «3.200.000 parados cobraando desempleeeo» y, dirigiéndose al auditorio de manera cantarina, contestaba él mismo: «¡para cada subsidio un dieeez por cieento meenooos!».

«Que se jodan» gritaba, monísima, Andrea, rubia diputada hija de Carlos Fabra, aquel innovador constructor de aeropuertos sin aviones para solaz esparcimiento de familias castellonenses. Entre aplausos se les quitó la paga extra de Navidad a los trabajadores públicos (qué diferencia con el PSOE, que les bajó el sueldo de manera torticera y vergonzante. Un sueldo más congelado que el escroto de Walt Disney). Mi amigo Isidro, trabajador público, me lo ha explicado estoicamente: «¿No hay extra de Navidad? ¡Un problema menos, el de los regalos de los niños! Se les explica razonadamente que los Reyes Magos han sido detenidos por traficantes, Papá Nöel por zoófilo y que a Olentzero lo han ingresado por sus problemas con el alcohol eta kitto. De regalo, abrazos y caricias hasta extenuarlos y poder comértelos literalmente a besos (y cena solucionada)».

Entre risas subieron el IVA y, con él, todo lo necesario para la subsistencia de los que viven de un jornal; hipaban cuando quitaron la desgravación por primera vivienda; carcajadas les dio el repago de medicamentos y el rebaje a los dependientes.

El Borbón, en su extrema sencillez, (ahora que jueces y fiscales se niegan a juzgar a la copropietaria de Aizoon y miembro del patronato del Instituto Nóos, S.A.R. Infanta Cristina), quiso ser partícipe de la fiesta pidiendo «solidaridad y espíritu de sacrificio para salir de la crisis» porque... ¿cómo era? ¡Ah sí! «en democracia todos somos iguales ante la Ley».

Notable éxito el cosechado por Mariano, aplausos, ovación, vuelta al hemiciclo entre gritos de ¡torero, torero! Allí quedaron las orejas y los rabos de gran parte de los que habitan en eso que algunos denominan «España». Jodidos, como quería la hija de Fabra, ahora nos querrán, además, contentos. Contentos por la amnistía fiscal, por la exención de IBI y la subvención a la Iglesia católica, por el rescate de la banca y los sueldos de los banqueros; porque la subida de la comida, la luz, el agua, el gas, la gasolina, la ropa, la hipoteca, el transporte público, el coche, el teléfono, los medicamentos, los colegios, las universidades... todo, nos va a hacer más solidarios a casi todos. Y para facilitar las medidas solidarias a adoptar por el bien de la patria: nuevas relaciones laborales y reforma del código penal.

Mariano, Andrea, Juan Carlos, no os deberíais de morir nunca. Siempre enfermos.

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