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crónica | fin de fiesta

Caravinagre regresa a casa y la ciudad apura la última noche

El kiliki Caravinagre, el símbolo de los sanfermines de 2012 se retiró ayer por la mañana con el resto de la comparsa. A medianoche, el alcalde de Iruñea dio por cerrada la fiesta, mientras empiezan a salir los primeros datos de las fiestas. Si por algo han destacado estos sanfermines, además de la protesta social, ha sido el nivel de suciedad.

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Aritz INTXUSTA

A falta de actualizarse los datos de anoche, los sanfermines han vuelto a ser un ciclón que ha mandado a urgencias a más de 700 personas. Es la noche y la fiesta ininterrumpida lo que tumba a los sanfermineros y no los encierros, por muy peligrosos que sean. Las carreras delante de los toros han enviado al hospital a 38 personas y, el resto de atenciones se debe a los excesos propios de estos días. El grueso de las intervenciones en urgencias se han debido a traumatismos y heridas (un 46%). Por otro lado, los que han necesitado atención por broncas y agresiones han sido el doble que los que han sido derribados por alcohol y otras sustancias. Aun así, la media de intoxicaciones etílicas supera las diez por cada día de fiesta. Cruz Roja, por su parte, afirma que las atenciones por temas leves se dispararon en un tercio.

La consejera de Salud, Marta Vera, presentó estos datos sin alarma, porque son bastante parecidos a los de 2011. Dentro de su locura, las fiestas han sido «tranquilas», afirmó Vera. La peor noche para los servicios de salud fue el día del santo, que cayó en sábado. Habrá que esperar a ver qué es lo que ocurre en la última y si, finalmente, también hay incidentes en el encierro de la villavesa.

El alcalde de Iruñea, Enrique Maya, expondrá su valoración propia hoy. Ayer, a la salida de la octava misa al santo, no quiso iniciar polémicas. Sí que adelantó una reunión urgente de la Mesa de los Sanfermines para tratar ciertos asuntos, pero no adelantó gran cosa. La valoración oficial se dará hoy, aunque el alcalde enumeró lo que más le preocupaba: el Riau-riau, alguna pelea, la agresión a un trabajador de la limpieza y un intento de agresión sexual.

El regreso del gentío fue sin duda la nota diferenciadora del último día de fiestas. Quizá no haya tanta gente como el primer sábado, pero Iruñea estaba de nuevo hasta la bandera. En general, el 14 es un día donde se cumplen varias tradiciones, misas y actos oficiales que, en general, pasan bastante desapercibidos por el sanferminero de a pie, como el fin del concurso de fuegos artificiales que se decide en votación popular. El único acto de la mañana que tiene algo de solera es la recogida de la Comparsa, al que acude un buen número de padres a despedirse de Tocotoco, Braulia, Caravinagre y todos los demás. por otro lado, el desmontaje del vallado de los encierros tiene un punto desolador.

Adiós desde la balconada

El momento clave del día 14 es el Pobre de Mí. A diferencia del txupinazo, el lleno en la plaza resulta mucho más asumible y no hay empujones ni saldo de heridos. Aun así, siempre hay alguien que suelta una lágrima, porque el cántico y las velas mueven las entrañas. También puede que alguno de esos llantos sea, en realidad, de alegría por el regreso a la apacible normalidad de Iruñea, que estará las próximas semanas convertida en un erial donde la vida social se practica con cuentagotas -y contando los céntimos-.

Lo que sí es cierto es que mañana los servicios de limpieza tendrán más trabajo que nunca un día 15. Y no se debe a que un ciento de turistas haya aprovechado el fin de semana para regresar, sino a que los recortes han dejado al equipo de limpieza por debajo de lo razonable.

 

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