La misión de observadores de las Naciones Unidas en Siria señaló ayer que el ataque realizado el jueves por el Ejército contra la localidad de Treimsa, en la inestable provincia de Hama, «parecía dirigirse a grupos y casas específicas, en su mayoría de desertores y activistas». El Gobierno sirio insistió ayer en que «decenas de terroristas» asaltaron Treimsa y que las tropas regulares intervinieron a petición de la población local que, remarcó, «estuvo expuesta a varias formas de actos criminales a manos de grupos terroristas armados».

Tras horas de arduas negociaciones, los observadores internacionales lograron entrar ayer en la devastada localidad, donde el jueves perdieron la vida entre 150 y 220 personas, según las fuentes. La oposición señaló que buena parte de los muertos eran civiles y que muchas de las víctimas fueron objeto de «ejecuciones sumarias» -aunque algunos activistas cifraron entre siete y diecisiete los civiles fallecidos- y acusó a las fuerzas gubernamentales de la masacre, aunque admitió que en el lugar había combatientes del Ejército Libre Sirio (ELS), mientras que las autoridades indicaron que no hubo que todos los muertos eran rebeldes.

«Había charcos de sangre y manchas de sangre en las habitaciones de varias casas, así como entre los arbustos», señaló en un comunicado Sausan Ghosheh, portavoz de la misión. «El equipo de la ONU vio una escuela quemada y daños en viviendas, con restos de fuego en cinco de ellas», agregó. Hizo hincapié en que se utilizaron «muchos tipos de armas, entre ellas artillería, morteros y armas pequeñas».

La misión de la ONU, que regresará hoy a Treimsa, manifestó que aún no podía determinar la cifra de fallecidos.

Los observadores volvieron a pedir al Gobierno que no utilice armamento pesado en los centros urbanos y a todas las partes que depongan las armas.

Licencia para masacrar

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon alertó de que la inacción del Consejo de Seguridad para presionar al presidente sirio, Bashar al-Assad, y detener la «tragedia» que vive Siria supone una «licencia» para que se produzcan más masacres en el país árabe, por lo que instó a todos sus miembros a «tomar acciones colectivas y decisivas» para poner fin inmediata y completamente a esa situación. Además, pidió a Damasco que ponga fin al baño de sangre.

Dos días después de la masacre de Treimsa, activistas denunciaron el asalto por parte de cientos de soldados de la localidad de Khirbet Ghazaleh, en Deraa, por lo que el régimen sirio parece más decidido que nunca a acabar con los bastiones rebeldes.

Además, un coche bomba mató en Mahrada, en Hama, a al menos siete personas, según grupos opositores, que cifraron en un centenar el número de fallecidos ayer en todo el país.