CRíTICA: «Una botella en el mar de Gaza»
La necesidad de diálogo en medio del desencuentro
Mikel INSAUSTI
Una película que tiene un principio y un final inolvidables merece ser destacada por su predisposición a perdurar. La apertura en las ruinas de Masada y el cierre en el paso fronterizo de Erez mueven a la reflexión, en cuanto inicio y meta de una propuesta sincera y emotiva a favor del diálogo. Posiblemente no será de mucha influencia inmediata en el conflicto árabe-israelí, pero aporta el valor universal de las vivencias y experiencias que hacen cambiar a las personas, y acercarse las unas a las otras en medio de una situación de desencuentro heredada o impuesta.
«Una botella en el mar de Gaza» está basada en la novela autobiográfica de Valérie Zenatti, que vivió en Israel de joven. Judía o no, lo importante es que su mirada es la de una extranjera, alguien que tarde o temprano regresará a París con su familia. Lo que la empuja a escribir, al igual que la protagonista de su ficción inspirada en la realidad, es la necesidad de saber sobre la gente de Gaza, por conocer las interioridades cotidianas del otro bando enfrentado. Y es así como establecerá una comunicación con el chico palestino, venciendo poco a poco la desconfianza de partida, para llegar a intimar con él a través de sentidos correos electrónicos. La posibilidad de una historia de amor entre ambos es muy remota, dado que solo se podrán ver sin permiso para bajarse de sus respectivos vehículos en el mencionado checkpoint. Al no haber contacto físico, la identificación mutua resulta mucho más intensa gracias al efecto motivador de la distancia que los mantiene separados contra su voluntad.
No es fácil trasladar una relación epistolar al lenguaje fílmico y Thierry Binisti consigue hacerla fluida dosificando cada una de las formas de representarla. No abusa ni de la voz en off, ni tampoco de la imagen de la pantalla del ordenador, entremezclando ambos recursos con grabaciones de las escenas reales de violencia tomadas de los noticiarios de las televisiones. De tal suerte que se establece un debate constante al calor de los acontecimientos, en la medida en que marcan y condicionan el día a día de los dos protagonistas.