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CATALUNYA SE JUEGA SU FUTURO

Rajoy entierra el pacto fiscal mientras Mas se niega a desvelar su hoja de ruta

Sin sorpresa alguna, Mariano Rajoy rechazó el pacto fiscal en la reunión que mantuvo en la Moncloa con Artur Mas, quien evitó pronunciarse sobre unas elecciones anticipadas para las que los partidos empiezan a tomar posiciones.

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Beñat ZALDUA | BARCELONA

Sin ni siquiera comenzar la reunión, Artur Mas y Mariano Rajoy escenificaron ayer la ruptura entre ambos ejecutivos en las puertas de la Moncloa. Rajoy no bajó las escalinatas para recibir al president del Govern, que saludó a su homólogo español con un breve apretón de manos y un gesto grave. Por si a alguien le quedaba alguna duda, tras dos horas de reunión, Mas fue muy claro en la rueda de prensa ofrecida en la Delegación del Govern en Madrid, después de declinar hacerlo en la Moncloa: «Esto no ha ido bien».

Mas explicó que Rajoy le trasladó que «no hay margen para negociar el pacto fiscal y que los partidos estatales tampoco serían propicios». A cambio, el presidente le habría ofrecido negociar, a partir del año que viene, una mejora de la financiación en el marco del régimen común de la LOFCA; algo que, según Mas, «no responde al anhelo de la sociedad catalana».

De esta manera, se cierra definitivamente la vía del pacto fiscal, en la que CiU se había escudado tanto para aplacar los ánimos independentistas de gran parte de la sociedad catalana, como para desviar la atención de la grave situación económica del Principat y de los durísimos recortes aplicados por el Govern -junto al PP- en el primer año y medio de legislatura. El propio Mas reconoció que «no tiene sentido insistir en un camino cerrado».

Hasta aquí la crónica que cualquier observador hubiese podido escribir sin necesidad de esperar a la reunión de ayer. Tras el más que previsto portazo al pacto fiscal, la expectación se concentraba en la respuesta que Mas daría al nuevo escenario. Un día más, agua al vino y preguntas «que hoy no puedo responder».

Elecciones inevitables

Tras señalar que «hará falta una reflexión de fondo», Mas dedicó declaraciones a diestro y siniestro. Por un lado, repitió la frase de que «Catalunya no puede renunciar a construir su futuro» y afirmó que «hay pueblos que se sienten nación y eso no lo cambiarán con una constitución; no lo consiguieron ni con la dictadura», al tiempo que contestaba veladamente a la carta del Rey: «También podría ser una quimera el encaje de Catalunya en España sin tocar nada de la Constitución». Pero por otro lado, insistió en que «no hay que plantear las cosas en términos de ruptura, sino de evolución», añadiendo que «todo queda en el marco europeo».

Por la mañana, varios medios catalanes abrían su edición con la posibilidad de que el Govern anuncie la semana que viene un adelanto electoral para este mismo año, barajando fechas desde finales de noviembre hasta principios de diciembre. Como no podía ser de otra manera, Mas rechazó responder a las preguntas al respecto, aunque muchas de sus declaraciones sonaron más a campaña electoral que a reacciones gubernamentales. En cualquier modo, Mas aplazó cualquier decisión hasta después del debate de política general que se celebrará en el Parlament la semana que viene.

Pese a las fintas presidenciales, el adelanto electoral está ya en boca de todos y las razones son múltiples. Por un lado, ayer se constató que Mas ha fracasado en sus tres principales promesas electorales: la reactivación económica, el mantenimiento del estado de bienestar y el pacto fiscal. En las dos primeras, conviene recordarlo, el fracaso de CiU se ha dado de la mano con el PP, principal valedor del Govern hasta el pasado mes de junio.

En un acto de coherencia, estos fracasos podrían llevar a Mas a convocar a la ciudadanía a las urnas, pero es dudoso que sea esto lo que lo mueva. Hay más razones. La petición de rescate al Gobierno central y el previsible empeoramiento de las finanzas del Estado llevarían a Mas a aprobar nuevos recortes; unos ajustes que sólo podría pactar con el PP, algo difícil de imaginar tras el desencuentro de ayer. Además, CiU podría aprovechar la desorientación del PSC y la falta de alguien que ocupe un espacio independentista a la izquierda -ERC ha abandonado cualquier discurso social y la Esquerra Independentista tiene un debate pendiente sobre la participación en unas parlamentarias- para capitalizar la manifestación del 11 de setiembre y reforzar notablemente su mayoría.

Para ello, sin embargo, deberá presentar un programa electoral bastante más ambicioso, que le se sirva para captar el anhelo independentista expresado durante la Diada. Previsiblemente, este será, junto al adelanto electoral, el tema que ocupe el debate político catalán en las próximas semanas.

Uno de los gestos más insólitos del día corrió a cargo del presidente Rajoy, que volvió a esconder la cabeza bajo el ala y no compareció ante los medios para valorar una reunión cuyas consecuencias tendrán un largo recorrido.

La Moncloa publicó en su web una nota de prensa en la que Rajoy daba cuenta del contenido de la reunión, relegando cualquier mención al pacto fiscal a los últimos párrafos. El presidente mostró en la nota «su oposición a la propuesta de un concierto económico para Catalunya por no ser compatible con la Constitución» para, acto seguido, volver al discurso mantenido por el Gobierno en los últimos días: «la gravísima crisis actual se superará desde la corresponsabilidad y la cohesión, nunca desde la división o la inestabilidad institucional».

Como si de Mourinho y Karanka se tratara, Rajoy delegó en la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, la responsabilidad de dar la cara ante los medios. La diputada en el Parlament repitió el mensaje de unidad de su líder, advirtiendo de que «apostar por estados propios, aventuras y rupturas constitucionales no es responsable».

Maquinaria electoral en marcha

Menos PP y PSC, que ayer se declararon en contra del adelanto electoral, la mayoría de partidos políticos catalanes tomaron posiciones ante los comicios que podrían celebrarse en cosa de dos meses. El presidente de ERC, Oriol Junqueras, abogó por reunirse con el resto de partidos y acordar «un programa de mínimos independentistas» en el caso de que llegue la cita con las urnas. Junqueras, sin embargo, recalcó que no es imprescindible convocar unas elecciones, ya que «un mandato popular» puede emanar también de un referéndum sobre la independencia. En la línea con estas declaraciones, Solidaritat se posicionó en contra de los comicios, defendiendo la convocatoria inmediata de una consulta popular.

Por su parte, el secretario general de ICV, Joan Herrera, acusó a Mas de acudir a la reunión con Rajoy «como presidente y salir como candidato», al tiempo que reafirmó su compromiso con el derecho a decidir, concepto sobre el que las elecciones deberían convertirse, según Herrera, en un plebiscito.

Por su lado, el PSC volvió a dar síntomas de no entender lo que sucede a su alrededor, al defender una vía federal de la que ni el PSOE quiere oír hablar. Su secretario general, Pere Navarro, criticó a Mas y Rajoy por no llegar a un acuerdo respecto al pacto fiscal, que ellos solo apoyaron parcialmente en el Parlament.

margallo

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, insistió en agitar un eventual rechazo de la UE a la declaración de independencia. Aseguró que el ingreso de Catalunya en la Unión debería ser aprobado por la unanimidad de todos sus miembros «y muchos países no estarían dispuestos».

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El expresident de la Generalitat Jordi Pujol consideró que la independencia de Catalunya es «casi imposible», si bien ha apuntado que hace «cinco, cuatro o tres» años «nadie se creía» una manifestación como la de la Diada.

feijóo

En alusión al president catalán, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, aseguró que «es mucho más fácil agitar sentimientos que gestionar con responsabilidad en los momentos de crisis económica».

Primer acto de campaña de CiU ante el Palau de la Generalitat

Por la tarde, la céntrica plaza Sant Jaume, donde se sitúan el Palau de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, fue escenario de una concentración con discursos divergentes, que a ratos pareció más un acto electoral que una movilización por la independencia.

Tras conocer el resultado de la reunión entre Mas y Rajoy, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) convocó una concentración en Sant Jaume «para reafirmar el reclamo de la marcha del 11 de setiembre por la independencia». En la nota de la ANC, se añadía que el camino hacia la secesión debe ser «irreversible» y que si Mas actúa «en esta dirección, contará con el apoyo» de la ANC. La confusión llegó cuando CiU, a través de Twitter, convocó también a su militancia a «recibir» al president.

Ambas convocatorias se fusionaron en la plaza Sant Jaume, dando pie a críticas a la Assemblea por dejarse instrumentalizar por el Govern. Una omnipresente bandera en la que se leía `#totsambelpresident' -todos con el president-, dejaba pocas dudas sobre el carácter general de la concentración.

Pero hubo para todos los gustos en una concentración que se convirtió en un mosaico de senyeras y esteladas -de estrella blanca y de estrella roja-, donde había quien pretendía presionar a CiU para que dé pasos hacia la independencia y quien, simplemente, quería alabar un rato a su president. Los gritos -pocos- de «visca la terra lliure» se mezclaron con los cánticos -muchos- que reclamaban al president que saliese al balcón. Nada más llegar al Palau, Mas salió un instante para saludar a personajes de la sociedad civil concentrados en la plaza, entonar «Els segadors» y recluirse en el edificio, pensando quizás, en qué puede ofrecer a una ciudadanía que ayer volvió a expresar claramente su objetivo: el grito más escuchado en la plaza fue el de «In-inde-independència». B.Z.

fabra

«Aquí no cabe quedarse al margen y abandonar el barco», afirmó el president de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, que dijo la Comunitat está «más legitimada para reclamar» dotaciones económicas por estar «infrafinanciada».

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