Crónica | Alerta ante el envejecimiento
La baja natalidad amenaza la prosperidad de Singapur
Singapur se queda sin niños a un ritmo tan veloz que amenaza la prosperidad que ha hecho que este moderno Estado del sudeste de Asia tenga hoy una de las rentas per cápita más alta del mundo.
Paula REGUEIRA LEAL Efe
En esta pequeña nación, en la que el bienestar social y el desarrollo económico han sido prioridades de sus gobiernos, la tasa de natalidad se sitúa entre las diez menores del planeta y las perspectivas a corto y medio plazo son bastante pesimistas, por lo que el actual Ejecutivo ha hecho de la carencia de bebés un asunto de máxima importancia nacional.
El Gobierno teme que la baja natalidad se convierta en un serio obstáculo para continuar creciendo económicamente y por ello el primer ministro, Lee Hsien Loong, ha pedido públicamente a la población que tenga hijos. «Singapur lo está haciendo bastante bien, nuestra economía creció un 1,7% en el primer semestre de 2012 (...) pero el número de nacimientos sigue disminuyendo», ha advertido Lee. En Singapur residen 5,3 millones de personas y, según previsiones oficiales, en 2012 nacerán en este Estado 7,72 bebés por cada 1.000 personas, lo que conlleva un rápido envejecimiento de la población.
«Estamos concibiendo pocos bebés, tenemos un problema, a largo plazo la tendencia es mala pero no podemos darnos por vencidos, debemos hacer algo al respecto», ha explicado el mandatario.
El primer ministro ha adelantado que pretende aprobar una serie de medidas para promover la natalidad, entre estas la de sufragar la baja paternal por el nacimiento de hijos, cheques-bebé y mayores facilidades para la atención médica a los niños.
Actitud de los jóvenes
Asimismo, el Gobierno planea crear un Ministerio de Desarrollo Familiar con esta tarea específica, aunque existen ciudadanos que consideran que estas y otras medidas serán insuficientes si no se produce un cambio en la actitud en los jóvenes.
«La falta de nacimientos no se debe solo a los pocos incentivos, sino a las ambiciones de los jóvenes», indica a Efe Allison Go, una universitaria de Singapur.
La estudiante, que es hija única, consideró que tanto los hombres como las mujeres en edad fértil «están más preocupados por sus perspectivas laborales que por crear una familia».
En opinión de Go, el hecho diferencial en los últimos años ha sido la plena incorporación de la mujer a la carrera profesional a costa de sacrificar el rol más familiar que recaía sobre ella. Esta opinión la comparte también Laras Probos, un joven consultor que trabaja en Singapur, quien apunta que uno de los asuntos que más afecta a la natalidad en la ciudad-Estado es la competitividad en el mercado laboral, que hace que el trabajador «posponga el matrimonio para perseguir sus aspiraciones laborales y de tener éxito».
Altos costes
La otra razón que alega es que «los gastos escolares, el precio de la vivienda y el coste general de criar a un hijo son muy altos y mucha gente no se lo puede permitir».
Singapur, un pujante centro financiero y de servicios, que ya es un bastión de las grandes multinacionales, la banca internacional y de las compañías dedicadas a los fondos de inversión, tanto de Asia como de Occidente, es a su vez una de las ciudades más caras del planeta.
La renta per cápita de 60.500 dólares estadounidenses (unos 48.260 euros) y la riqueza que se genera, atrae a miles de inmigrantes, la mayoría empleados en los trabajos menos cualificados, aunque esos factores no fomentan el nacimiento de nuevos bebés singapureses.
La ciudad-Estado dispone de las mejores infraestructuras del Sudeste Asiático gracias sus ingresos, pero esta situación puede cambiar si como advierte el Gobierno no se logra elevar la tasa de natalidad.
Los expertos calculan que en dos décadas la población anciana de Singapur se habrá triplicado y escasearán las personas en edad activa para mantener las actuales prestaciones.
La situación es tal que una marca de golosinas ha lanzado una campaña publicitaria, aprovechando el Día Nacional celebrado en agosto, con un eslogan con el que anima a los singapureses a «procrear» para demostrar así su patriotismo.
La preocupación del actual Gobierno por la procreación contrasta con la actitud del que tuvo a Singapur a mediados de la década de los sesenta, cuando mediante campañas instaba a sus ciudadanos a evitar tener más de dos hijos por pareja. Aquella iniciativa tuvo tanto éxito que después, en la década de los 80 las autoridades se vieron obligadas a cambiar de dirección y a pedir a la población que tuviera tres o más descendientes, si se lo podían permitir.