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Raimundo Fitero

Jugando

 

Cuando un programa de marcado interés general, con una visión informativa con tinte no precisamente pastelero, logra una media de telespectadores cercana a los tres millones y compite con películas y peliculones, comedias de gran tirón y otros productos de consumo rápido, ganando a algunos de ellos y quedando casi a la par con otros es que ha entrado en una fase de considerable valoración por un amplio segmento de la sociedad a la que se dirige. Quizás sea un buen síntoma, una suerte de ventana abierta a la esperanza de que puede convivir en la parrilla un programa que se acerque a los asuntos comunes con una mirada pícara, crítica, no condescendiente, que desnuda la realidad

Semana tras semana, domingo tras domingo, «Salvados» se coloca entre los más vistos del día, con porcentajes que superan el catorce por ciento, lo que significa que se trata de uno de los programas más rentables de la televisión, ya que sus costes de producción son reducidos. Estamos ante un caso de eficacia que se convierte en un lenguaje propio que lo impregna a todo. Parte de un guión muy elaborado, pero, sobre todo, en el montaje final, ya que no existe manipulación, ni efectos especiales sino que saben colocar las secuencias grabadas en un orden narrativo que le confiere una proximidad muy señalada.

Su entrega «Jugando a banqueros» nos descubrió las barbaridades cometidas en las cajas de ahorro de gestión partidista, donde los políticos mandaban más que los técnicos; donde los técnicos se subían a la chepa de los políticos y consentían todos sus derroches a cambio de unas jubilaciones multimillonarias. Y entre ellas apreció la Caixa de Ontinet, en Valencia, pequeña, muy pequeña, sin estirar más el brazo que la manga, que resiste, que cumple desde hace más de un centenar de años con sus objetivos fundacionales y que es un ejemplo. Al terminar esta entrega nos repitieron el de las infraestructuras, los kilómetros de AVE que hacen del Estado español el segundo del mundo y delirios de grandeza por el estilo, con más autopistas que Alemania. ¿Por qué insisten en derrochar tanto dinero en una inservible e ineficaz y aberrante Y vasca? Apunta a ser un fracaso total.