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Jon Odriozola Periodista

La Diada y el fútbol

Durante el oscuro franquismo, una forma permitida de «hacer política» era hacerse socio (quien pudiera, claro) de un club de fútbol. De aquí lo de «el Barça es más que un club»

A Candelas

Vuelve a confirmarse lo que decía Marx acerca de la Historia, otrosí que, cuando esta aparenta repetirse, lo hace como comedia y no de tragedia. La última Diada en Catalunya ha congregado a cerca de un millón y medio de personas pidiendo mayoritariamente la independencia de esa nación y no tanto el pacto fiscal que solicitaba Artur Mas para aherrojar en ese aprisco todo ese caudal humano que le ha desbordado a él mismo y a CiU. Las crisis económicas preceden a las crisis políticas en diferentes grados e intensidad, como se está viendo.

Tal pareciera que tamaña demostración de independentismo fuera la primera vez que ocurre. Pero no. Las hemerotecas y la memoria nos socorren. Y por eso no olvidamos que el 11 de septiembre de 1977 desfilaron por el Paseo de Gracia aproximada cantidad de gente que este año. Esto es: ¡35 años antes! ¿Se repite la Historia? No. Entonces el lema era «Llibertat, Amnistia, Estatut d'Autonomia». Hace más de un mes, la independencia (su carácter burgués es otro debate). Son el Gobierno español -nacionalismo carpetovetónico- y la caverna mediática troglodítica quienes ponen la nota cómica con sus duelos y quebrantos pero amenazando con que la Historia se repita, otra vez, que para eso ganaron la guerra, como tragedia y no como comedia (grotesca).

Vayamos ahora al «clásico» Barça-Madrid en el Nou Camp, donde la reivindicación independentista fue un clamor. Se impone el anfibológico tópico (que no se cree ni quien lo propala): no se puede mezclar fútbol y política. Durante el oscuro franquismo, una forma permitida de «hacer política» era hacerse socio (quien pudiera, claro) de un club de fútbol. De aquí lo de «el Barça es más que un club». El poder siempre ha considerado los espectáculos de masas como una válvula de escape para las mismas. Si estas se desvían de este ideologema y su idiolecto, malo. Y si lo hacen los protagonistas dizque los jugadores, peor. Casi siempre se les supuso minusválidos mentales. Como a los toreros. O a la Policía, a la sazón. En 1976, el futbolista del FC Barcelona Torres, declaró a «Mundo Diario» su simpatía por el dirigente (recién vuelto del exilio) de Esquerra de Catalunya Andreu Abello. Declaró, además, que Cruyff les informaba mejor de lo que pasaba «aquí» que lo que sabían ellos mismos. También dijo que Iribar (y Elizondo) se comprometió con su pueblo, como en 1975 los jugadores del Santander (del Racing), Aitor Agirre y Sergio (este valenciano) salieron a jugar con brazaletes negros en señal de duelo por los fusilamientos en septiembre de aquel año. El futbolista Oleguer Presas, no hace mucho, poco menos que tuvo que exiliarse al Ajax por sus ideas políticas. El defensa del Oviedo Carrete («bestia negra» de Rojo I, igual que Gorriti) decía que los trataban como «mercancías». Planelles, Quino, lo mismo. Jugadores profesionales que pelearon para que hoy los Raúl, Guti, Sergio Ramos disfruten de unas nóminas escandalosas y obscenas al tiempo que no hacen política con aquello de «soy español, español»... La vida sigue igual.

Nota.- Candelas del Pino es una militante comunista madrileña de siempre.

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