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El triunfo del independentista N-VA es un duro golpe para el Gobierno belga

La victoria de los independentistas flamencos en las municipales y la exigencia de su líder, Bart De Weber, de una confederación constituyen un nuevo revés para el Estado belga, en un contexto de emergencia de las pulsioness oberanistas en Escocia, Catalunya y Euskal Herria.

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GARA | BRUSELAS

Los soberanistas del N-VA de Bart de Weber no solo han cosechado un triunfo histórico en Amberes, la primera ciudad de Flandria, sino que han ratificado su anclaje en todo el territorio, logrando resultados generalmente superiores al 25%.

Los liberales, cristiano-demócratas, socialdemócratas y ecologistas flamencos podrían optar por dejarles fuera de muchas alcaldías juntando sus votos. Pero deberían recordar que su decisión de sostener en 2011 un gobierno dirigido por el socialista valón Elio Di Rupo, marginando al partido más votado, ha dado alas a este último.

Tras lograr el cargo de burgomaestre de Amberes, Bart de Weber instó a Di Rupo a negociar directamente con él una reforma confederal que vaya más allá del tradicional mercadeo de competencias en el que está embarcada la política belga. «Este gobierno, que no hace más que imponer impuestos y que no está apoyado por una mayoría de los flamencos, es inaceptable y debe dimitir», señaló.

El líder valón se escuda en que las elecciones del domingo fueron locales y sus resultados no serían extrapolables al ámbito estatal e insistió en que a su Ejecutivo le quedan dos años para reformar el país, tanto en el plano económico como en la puesta en marcha de una mayor autonomía a Flandria. Por contra, los analistas prevén que el N-VA ejercerá a partir de ahora una mayor presión a los partidos flamencos que participan en el Gobierno belga y que las legislativas de junio de 2014 serán el momento de la verdad para este Estado bicéfalo.

La prensa belga coincide en esa urgencia. «Un gran triunfo», señalaba el diario flamenco «Het Laatste Nieuws». «Imposible de parar. El objetivo ahora es Bélgica», coincidía «De Standaard». El diario de centro-izquierda «De Morgen» señalaba que, bajo el liderazgo de De Weber, el N-VA se ha convertido en pocos años en el «nuevo partido popular flamenco, con una gran reserva de votos y que ha logrado laminar a Vlaams Belang», la formación de extrema derecha flamenca.

«Un paso más allá (...) un poco menos de Bélgica», titulaba «Le Soir», el diario francófono de Bruselas. «No nos engañemos. El triunfo del N-VA es extremadamente y potencialmente desestabilizador para el país», destavaba en su editorial.

Para «La Libre Belgique», «el ascenso del N-VA demuestra que este partido no es un accidente, una distraccón o una extravagancia de los electores de Amberes (...) Es el gran partido popular que todo el resto de formaciones políticas desearían emular en resultados».

Pese a ello, o quizás por ello, la prensa valona insiste en pedir a Di Rupo que mantenga el timón y se niegue a negociar con los soberanistas flamencos.

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