El presidente francés, François Hollande, apostó por la continuidad de la posición de «no injerencia, no indiferencia» sobre Quebec.

Tras recibir en El Elíseo a la primera ministra independentista quebecois, Pauline Marois, Hollande rompe así con su predecesor, Nicolas Sarkozy, quien se desvinculó del «ni-ni» denunciando en 2009 la «apuesta por la división» y el «ensimismamiento» de los soberanistas quebecois.

La fórmula fue instaurada bajo la presidencia de Valéry Giscard d´Estaing en 1977, en un intento de garantizar la neutralidad francesa asegurando que París acompañará los destinos de Quebec. Marois se congratuló de que Hollande «nos ha asegurado que seguirá a nuestro lado y que las relaciones de solidaridad continuarán».