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Proceso de paz en Colombia

Gobierno y guerrilla formalizan una mesa marcando sus posturas

Las delegaciones del Gobierno colombiano y de las FARC compartieron ayer mesa, pero con discursos distintos. Mientras la guerrilla incidió en aspectos concretos del conflicto, Bogotá se ciñó a la agenda establecida en La Habana.

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Ainara LERTXUNDI | OSLO

Las delegaciones del Gobierno colombiano, encabezada por Humberto de la Calle, y de las FARC, liderada por Iván Márquez, hicieron acto de presencia con media hora de retraso sobre el horario programado en un abarrotado salón del hotel Hurdalsjøen, situado en una zona boscosa en medio de un lago, a unos 80 kilómetros de Oslo. La demora se produjo porque, según explicó a los medios una delegada del Ejecutivo, ambas partes estaban reunidas a una hora y media de la capital noruega.

Aunque las FARC y el Gobierno compartieron la misma mesa y se sentaron uno junto al otro, ofrecieron dos ruedas de prensa completamente distintas, tanto en los tiempos como en la forma y el fondo. El lenguaje frío y ceñido estrictamente al guión de la delegación del Gobierno, contrastó con la retórica de los portavoces guerrilleros, plagada de referencias poéticas y a postulados de Alfonso Cano, miembro del Secretariado y muerto en una operación militar con Juan Manuel Santos ya como presidente.

En la declaración conjunta que leyó Carlos Fernández de Cosío en nombre del Gobierno cubano, garante de este proceso junto a Noruega, anunciaron que la primera reunión de la Mesa de Conversaciones, constituida formalmente ayer, se celebrará el próximo 15 de noviembre en La Habana, cuyo primer punto será el «desarrollo agrario integral». Antes, ambas partes designarán a sus portavoces, que se reunirán el 5 de noviembre en la capital cubana para realizar «las labores preparatorias necesarias».

En su intervención, Humberto de la Calle incidió en que el Gobierno no va a la mesa para «convencer a nadie de sus ideas ni a catequizar»

Al igual que lo ha venido haciendo desde su designación, insistió en las diferencias entre el actual y anteriores procesos, como el de El Caguán, y en que no habrá un cese de hostilidades hasta que se firme el acuerdo para la finalización del conflicto. Defendió vivamente a las Fuerzas Armadas, sobre las que dijo que en estos años, se «han modernizado» y que, salvo en puntuales casos, son «respetuosas con los derechos humanos».

Destacó también el liderazgo del presidente, Juan Manuel Santos, «alguien muy referencial que conoce a fondo el conflicto y alguien en quien confían los militares».

Si bien reconoció que las FARC «han cumplido rigurosamente con sus compromisos», su semblante denotó cierto malestar durante la intervención de Iván Márquez, que profundizó en la cuestión agraria, en la implicación de las multinacionales en el despojo de tierras a campesinos y en las violaciones de derechos humanos. Criticó duramente el actual modelo neoliberal del Estado colombiano, así como la Ley de Tierras promulgada por el Gobierno de Santos, al tiempo que denunció con cifras el elevado número de desplazados, desaparecidos y torturados y la implicación de EEUU. Recordó que Colombia es el tercer receptor de ayuda militar estadounidense a nivel mundial y pidió el «fin de la sumisión a Washinton y al Plan Patriota».

Su discursó no gustó a la delegación del Gobierno, que, tras una breve pausa y a preguntas de los periodistas -con las FARC ya fuera de la sala-, repitió una y otra vez que la única agenda es la que acordaron el 26 de agosto en La Habana y que no está en discusión el modelo económico ni el papel de las Fuerzas Armadas. La tensión también se dejó sentir cuando a preguntas de un periodista sobre si le había sorprendido la actitud de Márquez, De la Calle respondió con un «no» rotundo.

Las formas también fueron diferentes entre una y otra parte. Si en la rueda de prensa de la delegación gubernamental, solo habló su jefe negociador, las FARC emplearon, desde el principio, el término «conversar», contestando simultáneamente todos sus integrantes; Andrés París, Ricardo Téllez, Marco Calarcá, Jesús Santrich y el propio Márquez. Y, una vez finalizada su comparecencia, saludaron y dialogaron de manera individual con los medios en la entrada del hotel.

Las FARC insistieron en su voluntad y en la necesidad de que se decrete un cese de hostilidades bilateral e instaron al Gobierno a no ver en ello «una concesión» ni a utilizar «el campo de batalla como un elemento de presión sobre la mesa».

Afirmaron que no van a La Habana a «negociar sino a dialogar sobre los problemas nodales del conflicto». «Tenemos toda la disposición para la paz, pero para lograr una paz con justicia social y soberanía, no una paz de los vencidos», destacaron.

El caso de «Alexandra», un «amago de crisis superado»

Los nombres de Simón Trinidad, preso en EEUU, y el de la guerrillera holandesa Tanja Nijmeijer, alias «Alexandra», estuvieron ayer sobre la recién constituida mesa de diálogo.

Ya en la rueda de prensa que ofrecieron en La Habana tras el anuncio por parte parte del presidente, Juan Manuel Santos, del inicio de los diálogos exploratorios, las FARC dejaron claro que desean que Simón Trinidad esté en la citada mesa. Y, ayer lo volvieron a exigir con palabras y con gestos simbólicos como el del negociador Marcos Calarcá que, en un momento de la intervención de Humberto de la Calle, se levantó y en su lugar puso el nombre de Simón Trinidad.

También se refirieron al contratiempo surgido a escasas horas de viajar hacia Noruega por la incorporación a la mesa de «Alexandra», cuya historia ha acaparado gran parte de la atención de los medios, especialmente holandeses. Muchos de ellos se desplazaron hasta Oslo exclusivamente con la esperanza de que estuviera en la comparecencia y poder arrancarle unas declaraciones. «Tanja salió conmigo, pero, lamentablemente se tuvo que quedar en el camino. No sé por qué suscita tanto temor, porque es una guerrillera menuda. Tal vez sea por su entereza revolucionaria y condición internacionalista», manifestó Iván Márquez. «Nosotros en ningún momentos cuestionamos la composición de la delegación del Gobierno. Pero, afortunadamente, este amago de crisis fue superado plenamente», añadió.

El propio Humberto de la Calle confirmó en su intervención que ya se habían levantado las órdenes de captura que pesaban sobre ella y que en breve se incorporará a los diálogos en la capital cubana. «En esta ocasión, el Gobierno ha actuado con sensatez y hemos llegado a esa solución tras conversar intensamente», comentó Márquez.

Preguntados sobre el encuentro previo con el Gobierno, Jesús Santrich aseguró que «fue cordial y respetuoso y hemos tenido la oportunidad de saludar al general Enrique Mora Rangel -integrante del equipo negociador del Gobierno-, un hombre que sabe de la guerra y que debe saber de la paz». Ayer, solo les separaban un par de sillas. A. L.

430.000

efectivos han llegado a tener las Fuerzas Armadas y de seguridad en las cinco décadas de enfrentamiento armado entre las guerrillas y el Estado colombiano.

9.200

son los guerrilleros que siguen integrando las FARC después de que, según el Ministerio de Defensa, la organización haya perdido la mitad de sus combatientes en una década.

2.000-3.000

guerrilleros se encuentran en la actualidad encarcelados por todo el territorio de Colombia, según datos de la organización no gubernamental Colombianos y Colombianas por la Paz.

3,5%

del Producto Interior Bruto (PIB) colombiano es el presupuesto oficialmente destinado a defensa y seguridad, que ascendería a 12,7 millones de dólares en 2012.

1%-2%

de Producto Interior Bruto (PIB) es el cálculo estimado del coste del conflicto, según recoge un informe difundido por el Ministerio colombiano de Finanzas.

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