OLAIZOLA II 22

BENGOETXEA VI 13

Aimar Olaizola se reencontró con su campeonato fetiche ejerciendo de campeón y, por si había alguna duda, recordando a todos quién es el favorito número uno a revalidar título. Viendo la trayectoria reciente de Oinatz Bengoetxea en la jaula, con sus dos txapelas de Nafarroa, y la forma en la que ahogó a Mikel Urrutikoetxea hace solo una semana, daba la impresión de que el de Leitza había reducido distancias respecto al de Goizueta, y que era una alternativa seria, pero Aimar saltó convencido desde el primer minuto y consiguió un triunfo de gran autoridad, con el que refrendó el statu quo actual.

El triunfo adquiere además una importancia especial, sobre todo por haberlo basado en esa faceta en la que, aparentemente, su rival parecía poder ser superior, el apartado físico. Como viene siendo habitual, Oinatz Bengoetxea saltó a la cancha con la firme intención de imprimirle al partido ese ritmo que habitualmente termina por ahogar a sus rivales. En parte, el de Leitza consiguió su objetivo, ya que sobre todo la primera decena de tantos se jugó a una velocidad de vértigo. Sin embargo, sucede que Aimar Olaizola no solo tuvo piernas y recursos defensivos para aguantar el envite, sino que además fue él el que le dio la pausa necesaria a la hora de la finalización, obligando a su rival a vaciarse, corriendo de un costado al otro de la cancha por detrás de la pelota.

Problemas

Con una precisión milimétrica y cometiendo un solo error -otra gran diferencia en el partido, sobre todo porque estuvo mucho menos obligado-, Aimar Olaizola tomó rentas importantes en el marcador desde el inicio, 6-2 y 10-3, que reforzaron su control del partido.

Pese a todo, Oinatz Bengoetxea tuvo los arrestos suficientes para plantar cara a un Aimar Olaizola pletórico. De hecho, consiguió acercarse 10-8 en el marcador a base de arriesgar mucho más en sus remates, pero terminó pagando una cara factura por su osadía.

Primero, porque el físico no le respondió. Tras el 10-7, un tantazo en el que ambos se vaciaron y que el de Leitza terminó de manera magistral, Oinatz Bengoetxea se retiró a vestuarios a ver si su cuerpo era capaz de dar la vuelta al reventón que llevaba encima. Más avanzado el partido, ya con 18-12, volvió a pasar por las manos del masajista, para tratar de recuperar unos gemelos extenuados.

Todo esto le llevó también a arriesgar aún más en sus remates, con desigual suerte y, como Aimar Olaizola no bajó en ningún momento el nivel de su juego, Bengoetxea únicamente pudo conseguir 13 tantos para evitar el farolillo rojo del grupo, dejándoselo a Xala.